Hemos vivido, en el seno de nuestra comunidad,
las celebraciones de la Cena del Señor y los Oficios de la Pasión y Cruz de
Jesús. Dos días, jueves y viernes, de encuentro espiritual, meditación y
contemplación del amor misericordioso de Dios, que se entrega, se da, se regala
servicialmente y que se ofrece como salvación. Dos días para vivir la ternura
de Dios con nosotros y en nosotros.
Todos los actos celebrados han tenido una
hondura espiritual, que nos han dado la posibilidad de crecer en el amor a Dios
Padre, Hijo y Espíritu Santo, así como en el compromiso con el prójimo,
especialmente con quienes viven situaciones de dolor y necesidad.
Este clima de contemplación ha sido favorecido
por todas las personas que han participado en cada una de las celebraciones. La
disponibilidad a la hora de servir con sus dones y talentos a la liturgia de
cada momento, el silencio respetuoso de los asistentes, los canticos acordes a
cada celebración, no tener prisas y la atención en lo que se estaba viviendo…
ha hecho posible que, quienes han participado, pudieran conectar su vida con la
Divinidad.
Agradezco, con sinceridad, cada uno de los detalles que tenéis para con la comunidad parroquial y os emplazo para seguir viviendo el Triduo Pascual que culminará en la mañana de Resurrección.
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