
Domingo
XV del Tiempo Ordinario
En todas las charlas motivacionales se
resalta la importancia de sumar y no restar, o de multiplicar y no dividir. Es
cierto, la cooperación entre miembros de un equipo sumando esfuerzos, puede
multiplicar los resultados y ésta es una realidad que no puede discutirse. Se
le podrá poner objeciones, miedos y dificultades… pero es una realidad que
cuando se suman esfuerzos, si el objetivo que se pretende está bien orientado,
el resultado es mucho más potente e impactante.
En este
domingo XV del Tiempo Ordinario (Ciclo b) las lecturas nos invitan a
la acción misionera del discípulo. Y nos resaltan las características de esta
acción, que no son otras que las anteriormente reseñadas en las charlas
motivacionales: sumar y multiplicar. El fracaso en la aldea de Nazaret, hace
que Jesús no se amilane, sino que responda con la llamada y el envío de los
Doce, en su lugar y con su fuerza. A la cerrazón de sus paisanos responde el
Maestro, asociando a su acción misionera y a su quehacer personal, a quienes
conviven con Él. No se deja vencer Jesús por el fracaso sino que amplia y
multiplica por “doce” sus esfuerzos y su misión. Así se eleva la potencia.
Para los discípulos, esta iniciativa de Jesús,
representa un avance en su proceso de seguimiento y de trabajar por el Reino.
En el evangelio (Marcos 6,6b-13), Marcos, para describir
la misión de los discípulos, usa las mismas palabras que utilizó para describir
la misión de Jesús: “predicaban la conversión,
echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”
La misión de los discípulos nace, pues, dentro de la misión de Jesús y, en
ella, encuentra su origen, modelo y motivación.
Los Doce son escogidos por Jesús para que le
acompañaran y para enviarlos a predicar. Hasta este momento han estado a su
lado, han sido sus compañeros, han escuchado su mensaje, sus palabras y sus
parábolas, han presenciado sus signos y han aprendido de Él, como un aprendiz
lo hace del maestro. Ahora, Jesús los envía de dos en dos, en su lugar y con su
fuerza… sumando y multiplicando testigos para la misión.
Ellos, como misioneros del Reino elegidos y
enviados por Jesús, reciben unas instrucciones para adquirir el estilo del
Maestro. Marcos, pone en labios de Jesús el talante que tuvieron los
predicadores de la primera época del cristianismo y anima a todos a que
anunciemos el evangelio con desprendimiento y confianza sólo en Dios “Les encargó que llevaran para el camino un
bastón y nada más… que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y
decía: «Quedaos en la casa donde entréis…»
Estas instrucciones concretas no tienen fecha
de caducidad sino que conservan su sentido y valor en todo, misionero, tiempo y
lugar. Se hace imprescindible ir desprovisto de seguridades para ser creíble,
confiar menos en tus propios medios, en tu propio equipaje y más en la fuerza
del mensaje a comunicar
En este contexto de envío podemos entender la primera
lectura (Amós 7,12-15) El
profeta hace una breve alusión a su propia vocación y al origen de su misión.
Amós se ganaba la vida como pastor y cultivador de higos, no como profeta. Él
no es un profeta profesional o contratado, ni hace de la profecía un medio de
vida sujeta a la voluntad del rey, por lo que sus palabras no están controladas
por ningún poder. Más bien, su misión es el resultado de una acción de Dios que
interrumpe la normalidad de su vida y desde esta acción de Dios anuncia y
denuncia en libertad.
Reflexión: tú
y yo, desde el bautismo, somos llamados y enviados a
realizar la misma misión del Maestro…. y si la misión es la misma, también son
idénticas las instrucciones recibidas. No por ser discípulos del siglo XXI
recibimos instrucciones diferentes. Eso sí, seguramente tendremos que hacer un
ejercicio de traducción al lenguaje de hoy las palabras de ayer, pero el
resultado no puede ser otro, totalmente ajeno y contrario al del evangelio. Una
cosa es acomodar las formas, los medios, los estilos… a la vida actual, y otra,
muy distinta, es pretender que las palabras de Jesús y sus instrucciones para
ser discípulos haya que desterrarlas por pasadas de moda.
Se nos pide salir a predicar la conversión, a
sanar y curar despojándonos de nuestros bastones, panes, alforjas, dineros,
túnicas… y optando por la equipación de la sencillez, la confianza, la
esperanza y el amor. Sin triunfalismos, respetando la libertad, huyendo de los
acomodamientos y de la repetición vacía
Podrás tener planes pastorales perfectos o
medios de comunicación que estén al “último grito” o modernidades alucinantes
para realizar actividades de todo tipo… pero como pongas tú confianza en ellos,
lo centralices en ti y no en la potencia del mensaje que comunicas, habrás
restado y dividido. Las instrucciones del Maestro para el camino de tu
apostolado habrán volado en mil pedazos.