viernes, 19 de julio de 2024

“DESCANSAR EN LA PERSONA”

 Domingo XVI  del Tiempo Ordinario

Los seres humanos necesitamos “hacer fiesta”. Y en esta sociedad, donde todo se mueve por índices de eficacia, creo que aún es mayor esta necesidad. “Ir a un sitio tranquilo a descansar” tiene miles de traducciones, cada uno puede interpretarlo como crea más conveniente o como le plazca. Habrá quien piense que descansar es sencillamente suspender temporalmente el trabajo, la tensión y la presión de la actividad para poder recuperar el equilibrio perdido en la vorágine de las tareas diarias. Otros, vivirán el descanso como un “cargar pilas”, “un desconectar”, aunque realmente estén igual de conectados… Para otros, la palabra descansar será sencillamente bajar la intensidad del día a día y dedicar tiempo a lo que no se atiende durante la actividad cotidiana… Y seguro que existirán aquellos que entienden descansar simplemente como un tiempo perdido, vacío e innecesario… como también estarán aquellos que entenderán el descanso como un derecho inalienable que nadie puede robar… En fin, existen tantas acepciones del descanso como personas hay en el mundo. 

El evangelio (Marcos 6,30-34) de este domingo XVI del Tiempo Ordinario (Ciclo b) comienza con el regreso de los Doce de su misión: “los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado” Tras la actividad merecen un descanso y Jesús se lo concede llevándoles a un lugar tranquilo, apartado y solitario.

El intento de estar a solas con Jesús fracasa. Su reposo va a consistir en hacer reposar a otros. El ir a un sitio tranquilo a descansar, se convirtió en hacer descansar al pueblo: “Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”

El reposo del discípulo más que un lugar geográfico concreto, es situado junto a la persona de Jesús, porque es en Él donde se recuperan fuerzas, se cargan pilas y se reaniman en intimidad.

Con los verbos ver, tener compasión y enseñar se nos ha expresado la preocupación de Jesús por las personas que le habían reconocido y salieron en su búsqueda. La mirada de Jesús no es la de un sociólogo, ni la de un reportero gráfico, sino la de Aquel que mira siempre con los “ojos del corazón”. Su compasión no es sólo sentimiento humano sino algo más profundo, es la conmoción del Mesías en la que se hizo carne la ternura de Dios. Por ello, desde esta mirada y desde esta ternura, en Jesús nace el deseo de enseñar, nutrir a la multitud con el pan de su Palabra.

Frente a la actitud de los pastores de la primera lectura (Jeremías 23,1-6) “que dispersan y dejan perecer las ovejas”, Jesús se presenta como el Pastor Bueno del Salmo Responsorial (Sal 23) que tiene la misión de reunir al rebaño para que ninguno se pierda,  alimentar a las ovejas para que crezcan y se multipliquen y ofrecer reposo en verdes praderas para reparar las fuerzas.

Reflexión: Todos sabemos lo beneficioso que es para el hombre y la mujer de hoy el descanso. Es esencial para la salud y básico para la calidad de vida. Sin descanso la capacidad de concentración, de enjuiciamiento y de participar en las actividades cotidianas disminuye, al tiempo que aumenta la irritabilidad. Por eso el descanso verdadero no es tiempo muerto, placer vacío, chiringuito playero, aburrimiento u obligación social de sentirse feliz…. Necesitamos algo más que la recuperación de fuerzas físicas; necesitamos encontrarnos con nosotros mismos y redescubrir nuestras posibilidades y raíces que dan sentido a nuestra vida.

Los que estamos dispuestos a participar de la misma misión que Dios Padre confió a Jesús, debemos vivir sumergidos en la confianza de un Maestro que mira con los ojos del corazón, que siente compasión de nuestros trabajos, miedos, agobios, inseguridades, cansancios… y que nos reconforta mostrándonos su propia persona como el lugar para el descanso verdadero. Claro que el discípulo de Jesús, tú y yo, necesitamos encontrar los tiempos y los espacios oportunos y adecuados para retirarnos a reposar, como nos dice el evangelio de hoy: « a un sitio tranquilo a descansar un poco.»

Me gustaría que, desde esta reflexión, encontraras cuál es tú particular descanso Para una persona que está fuera de casa todo el día podrá ser su hogar, para quien está continuamente rodeado de ruidos podrá ser el silencio, para alguien que trabaja con ordenadores y papeles podrá ser cerrar los ojos y respirar profundamente, para quien siempre está acompañado podrá ser la soledad, para el de traje y corbata podrá ser una camiseta, pantalón corto y chanclas…

Y para ti, que eres misionero desde el día de tu bautismo, ¿podrá ser Jesús?, ¿Te acuerdas de aquello de si estás cansado y agobiado, Él te aliviará? Igual tenemos que cambiar el chiringuito de sitio y ponerlo más en la persona de Jesús que en lugares concretos.  No sé, tú dirás.

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