miércoles, 24 de julio de 2024

“ESCURRIR EL BULTO”


 Domingo XVII  del Tiempo Ordinario

¿Quién no ha tenido la tentación, en más de una ocasión, de “escurrir el bulto”? Es decir, escaquearse, rehuir, esquivar, eludir… algo, por la dificultad que entraña, por la parte de compromiso que tiene, por el riesgo que conlleva o por otros motivos… Si, amig@ no eres un tipo raro si has usado, en alguna ocasión, el escapismo, o te has hecho el “longuis” o el tonto como medio de supervivencia.

Cuántas veces hemos mirado en nuestros interiores y hemos pensado que no somos nada, que no tenemos mucho, que no podemos cambiar el rumbo de la historia, que somos muy pequeños y el problema es muy grande, que nos falta cultura, que tenemos una edad avanzada, que la empresa que se nos pide sale de nuestros círculos de influencia … etc. Esto, te guste o no, es puro y duro “escurrir el bulto”. Recuerda en tus huidas y escaqueos las palabras de la madre Teresa de Calcuta: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota”

En este domingo XVII del Tiempo Ordinario (Ciclo b) las lecturas nos presentan diversos personajes que, en un momento determinado de su vida, tuvieron la tentación de escurrir el bulto. El “criado de Baal-Salisá”, que se presenta ante el profeta Eliseo con el pan de las primicias, (veinte panes de cebada y grano) es uno de ellos. El discípulo Felipe es otro que elude todo tipo de compromiso y sale por la tangente haciendo números y matemáticas. Andrés, el hermano de Simón Pedro, tampoco se queda atrás y le pasa el “mochuelo” a un muchacho que andaba por ahí…. Todos ellos tienen en común que se les pide que realicen una acción que, según los cálculos humanos, es ciertamente imposible.

La primera lectura (2 Reyes 4,42-44) nos ofrece el modelo literario en que se inspirarán los evangelistas en sus relatos de la “multiplicación de panes”. Encontramos, en este relato, los elementos que serán repetidos en el evangelio: una orden de Eliseo, una pregunta del criado, una nueva orden del profeta y, por fin, el reparto satisfactorio hasta el punto de comer todos y sobrar.

En el evangelio (Jn 6,1-15) Jesús alimenta a una muchedumbre. Con la multiplicación de los panes, el autor atribuye a Jesús lo que se contaba que realizaban los grandes profetas, con la intención de enseñar que quien tenga necesidad puede encontrar el remedio en el Maestro. Así, se pretende destacar la finalidad por la que Jesús vino al mundo, que no es otra que sanar y salvar. (Jn 3,17)

Ciertamente, “lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos”. Con estas palabras, se acentúa la preocupación de Jesús por el ser humano y la respuesta que le ofrece a sus necesidades más profundas. Visto en conjunto este relato nos ofrece la base para afirmar que el evangelista intenta que sus lectores comprendan que la multiplicación de panes y peces es un signo de la salvación que Jesús ha traído a todos los hombres y mujeres, sin distinción. El universalismo de la persona y de la acción de Jesús queda reflejado en el texto cuando designa  a la muchedumbre con el número mil: ”Sólo los hombres eran unos cinco mil”

Me fijo detenidamente en el Cristo que nos presenta este texto del evangelista Juan y quedo perplejo porque aparece un Jesús que controla toda la situación y que sabe perfectamente lo que va a ocurrir: “Lo decía para tentarlo, pues bien sabía Él lo que iba a hacer” Desaparecen los rasgos humanos, tan característicos en el Maestro, como la compasión por una gente que lleva mucho tiempo sin comer y se halla desfallecida, y se destaca el conocimiento sobrehumano de Jesús, que lleva la iniciativa en todo momento y se adelanta a la necesidad. Se muestra el poder de Jesús que, en este texto, aparece muy claramente como Señor.

Reflexión: perdóname porque no te he hablado de la Eucaristía aprovechando este texto de la multiplicación de los panes y eso que el evangelista nos ofrece muchas pistas sobre este pasaje y la celebración eucarística. Y para muestra un botón: “Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado”

Me ha interesado más fijarme en la actitud de los discípulos que parecen tener un papel casi reducido al de acomodadores: Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo» Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron”

Mientras que Jesús se presenta como la liberación total de las esclavitudes del ser humano y la superación de lo que parece imposible a los ojos de los hombre, los discípulos no comprenden las palabras del Maestro y empiezan a escurrir el bulto cuando les propone dar de comer a toda la gente que acudía a Él. Ninguno supo mirar más allá de sus cálculos matemáticos. ¡Eh, no te flipes! Tú y yo hubiéramos dicho lo mismo: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo»

2 comentarios:

  1. Después de leer el texto me llama la atención que hoy día seguimos necesitando gente comprometida, ya sea en su condición de cristianos/as como de civiles en particular.
    Pasamos de puntilla por la vida, intentando tener poca responsabilidad y quienes tienen, tampoco " se remangan" para cambiar el mundo...su mundo.
    Ojalá que este tiempo de verano nos ayude a cambiar el chip y ver aquello que podemos aportar y "enfangarnos" con quienes están a nuestro lado.

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    1. Hola Ana. Gracias por tu comentario a esta reflexión. Es cierto que pasamos por este mundo intentando "escurrir el bulto". En muchas ocasiones, no es por negligencia y/o comodidad, sino porque nadie nos ha alumbrado la misión que cristian@s de todos los tiempos tenemos. Descubrir qué podemos aportar y como pringarnos en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad es una tarea urgente de quienes creemos en Jesús. La Palabra de Dios siempre es iluminadora y nos da pistas para ello. De nuevo Ana, muchas Gracias.

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