En la Solemnidad
de la Asunción de María, la lectura del evangelio, que se proclama en la
celebración, nos sitúa a María en casa de su prima Isabel (Lucas
1,39-56) Entre ellas surge una fácil conversación fundamentada en una
misma ilusión y en una situación concreta de alegría, porque ambas han sentido
las maravillas de Dios en su propia vida. Desde el minuto uno, María e Isabel
conectan y su conversación se va tornando en alabanza- acción de
gracias-oración.
Aquel inicial “hágase”,
revelaba fe y confianza en Dios. La misma Isabel reconoce y llama
bienaventurada “a la que ha creído, porque lo que ha dicho el Señor se
cumplirá” (Lucas 1,45) Ahora María demuestra su fe a través de la
caridad y visita a su pariente. Este encuentro de las dos madres es en realidad
el encuentro de los dos hijos… Ya en el seno materno Juan anuncia, por boca de
su madre, a Jesús como el Mesías y Señor. “¿Quién soy yo para que me visite
la madre de mi Señor?” (Ver nota de comentario)
“El Magníficat” es la respuesta de
María al saludo de su prima. Es un salmo de acción de gracias compuesto de
citas y alusiones del Antiguo Testamento, especialmente del canto de Ana, madre
de Samuel (1 Samuel 2,1-10)
Se inicia este salmo con una acción de
gracias personal de María, porque Dios ha puesto su mirada en Ella, a pesar de
la humildad y pobreza de su vida. “Se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava” Por eso, será
llamada dichosa, no porque Ella se autoproclame con este título, sino porque
Dios se sirve de lo pequeño, sencillo y humilde para hacer presente la
maravilla de su salvación en la historia del ser humano. “Me
felicitaran todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí”
Igualmente, en el Magníficat, María
expresa la acción de gracias del pueblo de Israel porque todas las promesas se
cumplen en el niño que va a nacer. “Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en
favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Por último resaltar que el evangelista
Lucas, en este canto, muestra un tema de su predilección: Dios “hace
proezas en los pobres”, “los ensalza” y los “colma
de bienes”… mientras que “dispersa al soberbio de corazón, derriba
del trono al poderoso y despide vacíos a los ricos”
Reflexión: Este encuentro de las
dos madres, que comienza con un acto de caridad producto de la fe hecha obra,
te estimula a salir al encuentro de quien está en situación de necesidad y,
desde tu fe, comprometerte con el “otro” imitando el estilo de entrega y
disponibilidad de María.
Igualmente, puedes observar y meditar,
desde este texto evangélico, las maravillas que el Poderoso ha hecho en ti,
porque también a tú eres “mirado” por Él y eres elegido para
hacer presente la salvación de Dios en tu historia y en la historia del hombre
y de la mujer de hoy. Para ello vive la alegría y la humildad, que son dos
actitudes que se desprenden de ser mirado por Dios.
Por último, te invito a que descubras la pedagogía de Dios que se desprende en esta conversación de madres. Es decir: que los que cuentan a los ojos y mirada de Dios son los que pasan desapercibidos para los poderes de este mundo. Por lo tanto, la tarea del creyente será ponerse en sintonía con esta pedagogía de Dios y trabajar por un mundo nuevo y distinto donde esta visión se haga realidad: El Reino.
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