viernes, 16 de octubre de 2020

A PREGUNTA TRAMPA… RESPUESTA ASTUTA

Existen muchas formas de hacer una pregunta… una de ellas, son las preguntas “tipo test”, como las del carnet de conducir, en las que, incluso, te ofrecen opciones, muy similares y con una gran carga de confusión (por no decir mala leche) para que tú contestes; o la forma de preguntar de un niño, donde te juegas todo tu prestigio en la respuesta; o las preguntas por WhatsApp que conllevan unas respuestas que tienen su dificultad de ser entendidas correctamente… No sé tú, pero yo, en algunas ocasiones, he sufrido algunas preguntas que más que tener como objetivo el interés de conocer la respuesta, han pretendido hundir la zona de flotación… Creo que todos, en alguna ocasión, hemos sufrido preguntas que tiene difícil respuesta.

A estas alturas no descubro nada nuevo si te digo que las autoridades judías tenían poco o ningún “feeling” con el Señor, que entre ellos y Jesús no había “sinergias”, que “empatizaban” más bien poco y que andaban en “sintonías” contrarias. Los fariseos se han sentido identificados con las parábolas de domingos anteriores, con el hijo que dice sí y no va a trabajar, con los viñadores malvados y con los invitados al banquete de la boda del hijo del rey que rechazan la invitación… por eso buscan un pretexto para acusar a Jesús, quitarle del medio, porque está hurgando en la herida, desacreditar al molesto profeta y poner fin a la acogida que el Maestro tiene entre el pueblo.

En el evangelio (Mateo 22,15-21) de este domingo XXIX, del tiempo Ordinario (Ciclo A) encontramos, enviados por las autoridades, unos fariseos y herodianos, que con astucia, lanzan una pregunta-trampa. Un ataque verbal directo y muy pensado, de difícil escapatoria y con gran dosis de pregunta capciosa. Tras un primer halago hipócrita y falso (“Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea”) arrojan, con orgullo y con mala voluntad, su pregunta: “Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al César o no?” La trampa estaba servida en bandeja y los imagino frotándose las manos.

Respuesta complicada… el pago de ese impuesto era signo de la dominación romana. Si estaba Jesús a favor de pagar el impuesto los fariseos le podían acusar de colaboracionista de Roma e impío, pero si se ponía en contra, le podían acusar, los partidarios de Herodes, de enemigo del emperador y revolucionario.

La Moneda: Sabemos la respuesta. Conozcamos el contexto. En el territorio judío, siglo I, existían dos tipos de monedas. Una de ellas no tenían grabada ninguna imagen, ni humana ni animal, debido a la prohibición de grabar imágenes. El segundo tipo sí tenía imágenes (como la de acuñación romana) Muchos judíos nunca llevarían esta segunda moneda, pero sí la poseían los que preguntaron a Jesús. Enseñaron una moneda con la imagen del Cesar, junto con el estandarte y la inscripción idólatra que saludaba al Cesar como divinidad e hijo de Dios. Habían quedado al descubierto como colaboracionistas de Roma.

Reflexión: Es una moneda del Cesar pues devolvérsela a él. Vosotros “Dad a Dios lo que es de Dios”… es decir a Dios le pertenece todo (Salmo 24)... Él es el dueño de la viña, es el Rey que invita por la boda de su hijo, es el Padre que envía a sus dos hijos a trabajar… Lo importante es que tú y yo reconozcamos a Dios como el único señor que ha dejado en el hombre inscrita su imagen.

La respuesta de Jesús no propugna una especie de reparto equitativo entre el poder político y religioso. Lo que Jesús hace es situar al hombre ante Dios.

El camino de Jesús no es vivir al servicio de ningún imperio humano, sino abrir caminos al Reino de Dios y su justicia, donde los “pequeños” son los predilectos y nadie ha de abusar de ellos. Por eso recuerda que no debes dar a ningún César lo que solo es de Dios. No se ha de sacrificar la vida, la dignidad o la felicidad de las personas a ningún poder.

Hoy, la moneda del Cesar es la «dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano» que, según el papa Francisco, han logrado imponer los poderosos de la tierra.

No podemos permanecer pasivos e indiferentes acallando la voz de nuestra conciencia con las prácticas religiosas. Seamos profeta y denuncia

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