En la sociedad en la que vivió Jesús, ser
invitado a un banquete tenía una función social, pues eran ceremonias, a través
de las cuales, se confirmaba el estatus de las personas y se estrechaban lazos
para afirmar alianzas y relaciones. En ocasiones muy especiales, como la boda
de un hijo, la lista de los invitados era preparada minuciosamente, cuidándose
de invitar a personajes importantes porque su presencia contribuía a realzar el
honor de la familia y su posición social. Podríamos decir que el “estatus
social” de una persona se medía por la gente que frecuentaba su mesa.
Teniendo en cuenta este contexto, nos encontramos en el evangelio de este domingo, 28 del Tiempo Ordinario (Mateo 22,1-14) con una doble parábola, (algo así como “compre uno y llévese dos”) la de los “invitados al banquete” y la del “comensal sin vestido apropiado“
1.- En
la primera parábola sorprende que haya invitados que se nieguen a participar en el
banquete de bodas del hijo de un rey aduciendo excusas poco verosímiles.
Rechazar una invitación como ésta era algo impensable y suponía una ofensa
grave para quien invitaba.
La respuesta del Rey a este rechazo es
invitar a todos los que se encuentran por los caminos y que nunca han tenido la
oportunidad de sentarse a la mesa de un rey.
Nos enseña esta parábola que Jesús invita a pertenecer al Reino de los Cielos a todo tipo de personas y que su mensaje, que es rechazado por los líderes principales del pueblo, es acogido por los últimos (pecadores, marginados…) En la comunidad de Mateo la Buena Noticia era mejor acogida por los paganos que por los judíos.
2.- En
la segunda parábola aparece el tema del juicio, pero no del pueblo de Israel,
sino de aquellas personas que creen tener asegurada la salvación. Nos advierte
que para pertenecer al Reino no es suficiente con haber aceptado la invitación
sino que es necesario un nuevo estilo de vida que ponga en práctica las enseñanzas
de Jesús (un vestido nuevo)
Tenemos que saber que no exige el Rey de la parábola algo imposible para los nuevos
invitados encontrados en los cruces de los caminos, ya que era costumbre que el
anfitrión preparara vestidos apropiados para aquellos que llegaran al banquete
sin ellos.
Por ello el comensal que no lleva traje apropiado ha rechazado el vestido que le ofrecían y ha ofendido al rey al entrar en su banquete inapropiadamente vestido.
Reflexión: Conociendo el contexto de lo que es un banquete de bodas en la vida y sociedad judía podemos comprender que estas parábolas no son una mera explicación del estilo de vida de Jesús sino la respuesta de Dios al rechazo del pueblo. Dios llama a todos a participar en el banquete del Reino pero solo serán admitidos aquellos que hayan respondido a la invitación cambiando su estilo de vida.
Te propongo que mires, contemples y medites este texto evangélico desde diversos prismas:
1. Siéntete invitado por
Dios a su mesa. No eres indigno.
2. Eres libre de
rechazar la invitación de Dios.
3. Estas llamado a salir
a los caminos y hacer extensiva la invitación al banquete del Reino a todos. No hay acepción de personas en
Dios, que no la haya en ti.
4. La conversión, el
cambio de vida, el vestido apropiado… es una necesidad. No te conformes, ni es
suficiente, con ser invitado pon en práctica las enseñanzas de Jesús, moldeando
tu vida a su vida.
5. Dios hace una Alianza de Amor contigo.
En el buzón de tu corazón tienes una invitación de Dios al banquete de su Reino, no te exige que lleves un regalo acorde con la invitación, sólo se te pide que la aceptes y acudas con el traje apropiado.
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