Al menos curioso… que aquel que es descrito por el evangelista san Lucas como “Salvador, Mesías y Señor” (Lc 2,11) nazca despojado y en pobreza, sin el ambiente de alegría y fiesta propio de un acontecimiento como este, sin vecinos ni parientes que acudan a felicitar a los padres… Reina, en este “momento del nacimiento de Jesús”, silencio y soledad. Todo lo contrario que ocurrió en el nacimiento del Bautista.
Curioso, igualmente, que a los primeros que se les revela la buena noticia de la salvación sean unos pastores, representantes de los pobres y sencillos, hombres de mala fama, en el tiempo de Jesús, personas de pésima reputación y no muy apreciados, más bien despreciados. Un pastor acarreaba la desconfianza de todos. Y, sin embargo, es a estos hombres a los que Dios elige como testigos del nacimiento de su Hijo. ¡Curioso ehhh!
En el evangelio, (Lucas 2,1-14) se nos narra, el anuncio del nacimiento de Jesús a aquellos a los que la sociedad judía ni respetaba y ni dignificaba. Curioso que Dios se fije, en este “acontecimiento de la historia, en aquellos que la sociedad de la época despreciaba. Es a ellos a quienes se les anuncia “una gran alegría para todo el pueblo”, el nacimiento de “un niño, envuelto en pañales y acostado en un pesebre” como el Mesías, Señor y Salvador. Normal que, al menos, se llenaran de temor y de estupor. Habían sido elegidos, ni más ni menos, como los testigos privilegiados. Y normal, también, que cuando llegaron, vieron y contaron todo lo que se les habían dicho sobre aquel niño, dieran gloria y gracias a Dios.
Curioso, también, que Lucas diga e informe mucho más de lo que aparenta. El evangelista parte de la base que Jesús es el Mesías descendiente de David, por ello las referencias a la ciudad de David, Belén, por dos veces. Las frases que figuran en el texto son un empedrado de citas mesiánicas: “anunciar un gozo” era típica en Isaías para hablar de la venida del Esperado. “Para todo el pueblo” subrayaba en el Antiguo Testamento el carácter universal y publico del acontecimiento. “Hoy” se usa siempre para hablar del triunfo del Salvador “Mesías Señor” de Lamentaciones 4,20 y usada en las primeras comunidades cristianas para denominar a Jesús. “Cristo o Mesías” se aplicaba en el judaísmo de Palestina del siglo I a un rey de la familia de David que vendría a restaurar el Reino de Israel con la paz. Y esta paz llega, no a los hombres de buena voluntad como decía las antiguas traducciones, sino a todos los hombres que “son amados por Dios”
Reflexión: Te invito sencillamente a que, ante este acontecimiento
que celebramos y que estás viviendo, tengas la actitud de la madre: “María conservaba todas estas cosas
meditándolas en su corazón”.
El amor de Dios sin límites y que alcanza a todos, necesita una respuesta meditada, que interiorice este acontecimiento…
Lo demás déjaselo a los centros comerciales que tienen expertos en marketing y publicidad, a los ayuntamientos y sus gastos en luces de colores. Tú y yo calla, medita y saborea el momento.
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