EVANGELIO
No temáis, os anuncio una gran noticia que será de gran alegría para todo el pueblo, hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal, encontrareis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
ECO DE LA PALBRA
No temáis.
Una gran alegría.
Para todo el pueblo.
Ha nacido el Salvador.
Envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
ENCENDEMOS UNA VELA
PETICIONES
Que la Iglesia anuncie sin juzgar la noticia
alegre del Salvador.
Que en nuestra vida no excluyamos al otro y
al diferente.
Que nuestra acción sea mensaje de salvación.
Que los pobres sean protagonistas de su
propia historia.
Que la humildad sea verdadera y no fachada.
Que no domine en nuestra vida el miedo ni el
temor.
Que la alegría sea la nota dominante del
cristiano.
Que los gobiernos trabajen por la justicia,
la paz y la solidaridad.
Que el Salvador nazca en el corazón del
hombre y mujer de hoy.
Que el Niño Dios rodee de sus dones a la
humanidad.
Que sepamos ponernos en pie, levantarnos y
salir al encuentro.
Que no despreciemos lo sencillo, lo
cotidiano, lo pequeño.
Que brille la esperanza en los que se
entregan a los demás.
Que la alegría del Dios con nosotros nos
mueva a sanar heridas.
Que nadie se sienta fuera del corazón de
Dios.
Que….
COMPROMISO:
Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
ORACION FINAL
También nosotros, como los pastores, hemos escuchado la voz (interior) del ángel que nos anuncia, desde la paz y el sosiego, la gran alegría del nacimiento del Salvador. Esta noticia ilumina nuestra vida, pensamientos, palabras y acciones; nos invita a mirar el mundo desde el amor y no desde el egoísmo, desde el encuentro y no desde el aislamiento, desde el dar y ofrecer y no desde el poseer o el dominar.
Celebrar el acontecimiento de fe del Salvador en nuestra historia, como a los pastores, nos hace ponernos en camino, dejar a un lado nuestras comodidades, incertidumbres y salir al encuentro del niño, del joven, del hombre y de la mujer, del anciano… envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Nuestra alegría es también la alegría de quienes serenan el corazón y sin temor ponen sus dones y talentos al servicio del más necesitado, del que menos tiene, del que sufre en su cuerpo y en espíritu, del que pasa hambre y sed.
Señor haznos comprender que un mundo más humano y fraterno es posible, que no nos crucemos de brazos o vivamos en la indiferencia ante tantas personas que claman, desde su pobreza, justicia. Que sintamos el dolor ajeno como propio.
Tú que vienes a sanar y salvar enséñanos, desde tu cuna de Belén, a ser bálsamo para mis hermanos, los cercanos y lejanos, los que pertenecen a mi corazón y los que viven muy alejados de mí.
Y que tu paz reine en nuestras acciones, para ser testimonio de Ti en medio del mundo. Amén
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