sábado, 25 de diciembre de 2021

HONRAR Y AMAR

 

¿Os acordáis de los payasos de la tele? Los de mi generación, aquellos primeros: Gaby, Fofo, Fofito, Miliki, Milikito…. Siempre he creído que eran tipos sanos y generadores de valores y esperanzas. Junto al “Chavo del 8”, los payasos de la tele son todo un referente, mis ídolos. Hoy estarían censuradas algunas de sus letras, por ejemplo aquella de los días de la semana: “domingo antes de almorzar una niña fue a jugar pero no podía jugar porque tenía que rezar, así rezaba que yo la vi”… Bueno ya está censurada y cambiada la letra por entero, pero además el domingo ahora la niña (niño) no tiene que rezar sino pasear… En fin las cosas de nuestra sociedad políticamente correcta.

Los mismos payasos nos invitaban en la canción “La Familia Unida” a crear lazos de amor, al sentir un solo corazón, al cariño, a amar y ser amado de verdad… Y por si fuera poco abogaban por la familia universal: “ver la humanidad unida por toda la eternidad”. Ahora si queréis lo censuráis… pero no quitaría ni una coma. Os animo a escuchar la letra de esta canción.

Amor decían los payasos de la tele, honra dice la Palabra de Dios. El significado bíblico de la palabra “honra” deriva del hebreo kabôd que indica gloria. Honrar a Dios y a los padres, por ejemplo, implica alabar y estimarlos a través de la obediencia, el respeto, la admiración... El cuarto mandamiento de la Ley de Dios nos dice: “Honra a tu padre y a tu madre”. ... Honrar a los padres significa amarlos, respetarlos, teniendo cuidado de no causarles dolor y ser agradecidos por todo el amor que nos han dado.

Las lecturas de este domingo de la Sagrada Familia (ciclo c) nos ponen a todos mirando al matrimonio de María y José, y en la presencia del hijo, Jesús. No nos colocan frente a ellos para examinar nuestros comportamientos, sino “en ellos” para estimular nuestra vida, especialmente la vida familiar. Son nuestros referentes para hacer del hogar un lugar de crecimiento en todos los valores, pero especialmente en el amor.

En la primera lectura (Eclesiástico 3,2-6.12-14) se nos anuncian estas ideas anteriormente expuestas. El autor nos invita a una relación con los padres que exige honra, respeto y servicio de palabra y de obra. Yo quisiera hacer hincapié en que la honra a los padres debe durar de por vida incluso cuando ellos lleguen a la debilidad mental de la vejez: “Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza. Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo  desprecies aun estando tú en pleno vigor.

En el evangelio (Lucas 2,41-52) Jesús manifiesta su “ser Hijo de Dios”. Todo lo que está implicado en este título de Hijo de Dios lo vamos a poder contemplar poco a  poco en la vida pública de Jesús y sobre todo en su Muerte y Resurrección.

Pero este ser Hijo de Dios no suprime su pertenecer a una familia humana, y como todos los niños y adolescentes de su tiempo ira adquiriendo, paulatinamente, su madurez física y espiritual: “Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lucas 2,52)

Reflexión: En la 2ª lectura de este domingo (Colosenses 3,12-21) se nos ofrece la fórmula perfecta, no exenta de dificultad, para poder crecer, humana y cristianamente, en familia. Todo un plan de vida: “Revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. Y por encima de todo, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta” “Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón… Sed también agradecidos… enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dando gracias de corazón”

Se suele decir que la familia está en crisis, pero ¿no crees que habría que decir, más bien, que lo que está en crisis son las relaciones humanas? ¿No habría que pensar que las aspiraciones al bienestar material tienen hoy más fuerza que el respeto al otro, la fidelidad a la palabra dada, la tolerancia y la bondad? Pienso que es importante que en las relaciones de familia los miembros que la formamos integremos amor, responsabilidad, honradez y respeto como camino de crecimiento.

Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que nuestra familia es nuestro primer prójimo. Cierto que es un prójimo dado y no elegido, porque nadie escoge la familia donde quiere nacer, pero cierto también, que el hogar con todos sus miembros que lo forman son nuestros prójimos inmediatos, que aparecen en nuestra historia, junto a nosotros, en el momento que tomamos consciencia de que somos “personas”. Por lo tanto, es en la familia, el lugar primero donde tenemos que hacer vida el mandamiento nuevo del amor. Entre padres, hijos y hermanos tiene que crecer una comunidad viva, rica en valores, transparente y llena de confianza. El cariño entre los seres humanos que formamos la familia es una experiencia tan preciosa que debe ser cuidada con delicadeza.

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