Domingo Cuarto de Pascua. Domingo del Buen Pastor
Seguro que en más de una ocasión te has dado una vuelta por algún mercadillo, tienda o puesto que no sea “marca oficial de un producto” y te has encontrado que el bolso, cinturón, bóxer, perfume… que se te ofrece para tu compra, en la tienda oficial tiene un precio desorbitado y aquí está baratísimo. Rápidamente exclamas. ¡Es de imitación! Te has dado cuenta que es falso, que no es el producto original y verdadero, que han cambiado una letra, que la rotulación y el logotipo se asemeja al verdadero pero no lo es porque donde debería decir ADIDAS dice AVIVAS.
Por lo general, el producto oficial tiene calidad y aunque el falso da el “pego”, y parece que luces una prenda de marca, realmente, bien sabes tú, que no es original y que es una imitación del auténtico. Para el postureo tiene un pase, pero más allá del postureo no.
En este Domingo cuarto de Pascua (ciclo a), Domingo del Buen Pastor, se nos presentan unas lecturas que nos advierten y nos ponen en guardia, a nivel espiritual, de las “imitaciones”. Se nos invita a optar por lo auténtico, por lo que da vida abundante, por Jesús que sostiene, alimenta y fortalece nuestro existir, por Aquel que se presenta ante el pueblo como el que ha venido para que el ser humano tenga vida en abundancia.
El evangelio (Juan 10,1-21) es un discurso simbólico-alegórico en torno a la figura del buen pastor. En los versículos que se leen a lo largo de este año litúrgico, a través de las alegorías del pastor y de la puerta, Jesús se presenta como la auténtica y la verdadera alternativa de vida: “yo soy la puerta verdadera de las ovejas” frente a los falsos dirigentes y fariseos que son: “ladrones y bandidos”.
Esta perícopa recoge a la vez la relación existente entre los fariseos y la gente a la que se dirigen (el pueblo) y entre Jesús y los creyentes. Los dirigentes espirituales del pueblo de Dios son denunciados, con palabras duras, por su mala labor: “falsos pastores”, y al ser falsos no los conocen, ni los siguen sus ovejas. En vez de apacentar y cuidar al rebaño, son extraños, ladrones, bandidos y salteadores, personas que roban, matan y destruyen.
Jesús, por el contrario, se presenta como el pastor verdadero y bueno que no necesita entrar al aprisco saltando las tapias y vallas sino que entra por la puerta. Este pastor verdadero es a quienes las ovejas atienden porque conocen su voz. Él las conoce, las llama por su nombre y las saca fuera a prados abundantes. Él camina delante de ellas y las ovejas le siguen.
Las dos alegorías (Pastor y Puerta) con las que Jesús se identifica en este domingo, nos permite conocer más sobre el Maestro. Por un lado, como pastor, no recluye a sus ovejas dentro del redil, sino que acompaña a los creyentes en su historia. Genera una relación con nosotros no de tipo ritual, jurídico o doctrinal, sino vital. Por otro lado, como puerta, permite la entrada y defiende a quienes se encuentran bajo su techo. La puerta simboliza acogida, defensa, entrada y salida… Por ello Jesús es apertura a la vida, a lo positivo, a la libertad y cierre de toda opresión y maldad
Reflexión: Nunca como ahora se nos ha bombardeado con tantas posibilidades de elección. Nunca hemos tenido tantas puertas, caminos y alternativas a nuestro alcance. Vivimos en un tiempo y sociedad con libertad, que no quiere decir que estemos liberados de falsedades e imitaciones. Desgraciadamente, en el mercado de la vida, hay mucho de ladrón y bandido, de falsos líderes que reclaman nuestra atención, que nos quieren guiar, que nos prometen el oro y la felicidad, pero que no nos conocen, que no entran por la puerta de la verdad y que no transmiten vida.
Pero al igual que sabes distinguir una prenda original y auténtica de una de imitación, te reto a que desenmascares a aquellos que se autoproclaman “tus lideres” o “maestros de tu vida” y no son capaces de transmitirte ni de ofrecerte razones para vivir. Desde tu libertad opta por lo genuino y denuncia lo falso.
Hablar hoy de “pastores, rebaño y ovejas”
puede crear malestar y confusión debido a la ambigüedad de los términos y su
contenido cultural actual. Sin embargo, bíblicamente, el rebaño es un símbolo
usado con frecuencia para designar al pueblo de Dios.
En ningún momento debes pensar que con estos términos se invita al creyente al borreguísmo, la manipulación, la dependencia y la falta de libertad. Más bien, al contrario, no sólo es una rebelión contra toda clase de pensamiento teledirigido, sino que además, estas lecturas, realzan la libertad que posees para seguir a uno y huir de otro, según conozcas o no su voz. Igualmente se te advierte sobre la diferencia entre el buen pastor y el asalariado para que sepas quien es quien te ama y sirve y quien el que sólo busca su beneficio y provecho propio.
Amig@, la Palabra viene a darte luz en tu camino de elecciones y en tu seguimiento de lo auténtico sin imitaciones rancias.
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