JUEVES SANTO, DÍA DE LA ENTREGA
Antes de que Judas entregara a Jesús a las
autoridades, Jesús se entregó voluntariamente a nosotros. Lo hizo porque amó
primero. Y así lavó los pies a sus discípulos en un gesto de humildad, servicio
y amor. Este gesto de Cristo se prolonga cuando nosotros, imitando al Maestro,
nos lavamos los pies unos a otros, es decir, servimos con disponibilidad al
prójimo.
Este es el día de la entrega. Jesús nos
entregó cuanto tenía: su palabra, y su Cuerpo y Sangre. En la Última Cena,
antes de partir hacia el Huerto de los Olivos, instituye la Eucaristía como
alimento para la vida eterna. Él se ofrece en comida y bebida. El amigo da la
vida por el amigo. Su locura de amor le lleva a hacerse Eucaristía, comida
partida y compartida.
Es el día de la entrega. Es el día
del amor fraterno. Cristo nos deja su testamento: Un mandamiento nuevo os doy:
que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Vivamos en el amor. Urge
extender el sentido de este día al mundo.
Vivamos el día de Jueves Santo con el
compromiso de amar y servir como Cristo lo hizo. Que no pase de largo este día
y aprendamos la lección magistral de Jesús. Hagamos de nuestra vida diaria un
compromiso auténtico de su enseñanza.
VIERNES SANTO, DÍA DE LA CRUZ: LUZ Y VIDA
La Cruz no es sólo sombra: es también luz. La
Biblia ve la cruz como signo de muerte, pero sabe verla, además, como signo de
vida y de victoria-salvación.
La cruz, signo de suprema humillación es a la
vez signo de suprema salvación. La cruz es signo de la acogida de Dios, una
acogida a todos los hombres, sin reservas limitadas y con amor paternal.
La cruz es signo de la vida cristiana, la
cruz es locura de amor de un Dios Padre, porque en su Hijo roto y muerto nos
muestra el gran amor que nos tiene. La cruz es el libro del amor más grande.
Jesús crucificado, con los brazos extendidos, entregado hasta la muerte por
nosotros… es la expresión del amor más grande.
La cruz nos recuerda que la pasión sigue, que
Cristo sigue sufriendo en los que sufren, que Cristo sigue crucificado en los
oprimidos y menospreciados, que Cristo continua su agonía en los enfermos.
Amigos, es el viernes santo, el día en que los cristianos recordamos la Pasión y Muerte del Señor. No es una fecha de luto y tristeza que nos lleve a la desesperanza y a la angustia, sino que es una ocasión para proclamar juntos el amor de Cristo crucificado y adorarlo en su cruz.
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