La imagen del pastor es una de las que más influyó en las primeras comunidades porque estaba muy cercana a su cultura y a su corazón. Aunque ya la mayoría de nuestros pueblos no viven en esta realidad pastoril, todavía en muchos lugares esta imagen nos llega al corazón y representa para nosotros a Jesús que nos busca, que nos ama y que nos cuida.
Cuando Israel sufría por los malos tratos y las injusticias de sus dirigentes, se hizo muy viva esta imagen de Dios el pastor ideal, el único capaz de defender a sus ovejas, quien las conduce a pastos abundantes y les lleva la paz. Jesús retoma esta imagen y la hace actual frente a los líderes que también en su tiempo maltratan y descuidan a su pueblo. Y hoy también Jesús se nos hace presente y cercano cuando comprobamos las dificultades que el pueblo tiene para sobrevivir, para encontrar justicia y para lograr la paz, porque hoy también sufre de malos pastores. San Juan presenta a Jesús como el buen pastor confrontado con los ladrones y asalariados.
El Papa Francisco en la homilía de la Eucaristía celebrada el 26 de junio del 2014, en casa Santa Marta, nos invitaba a una reflexión, sobre la figura de Jesús Buen Pastor. Creo que, estas palabras del Papa, hoy tienen plena vigencia y que debemos considerarlas y meditarlas de cara a vivir el próximo domingo cuarto de Pascua, domingo conocido como “del Buen Pastor”.
Jesús es el Buen Pastor, las ovejas escuchan su voz y lo siguen. No era ni un fariseo casuístico moralista, ni un saduceo que hacia negocios políticos con los poderosos, ni un guerrillero que buscaba la liberación política de su pueblo, ni un contemplativo del monasterio. ¡Era un pastor! Un pastor que hablaba la lengua de su pueblo, se hacía entender, decía la verdad, las cosas de Dios: ¡no negociaba nunca las cosas de Dios! Pero las decía de tal forma que el pueblo amaba las cosas de Dios. Por esto lo seguían.
San Juan presenta a Jesús como el buen pastor confrontado con los ladrones y asalariados. Amigos no seamos asalariados que sólo por el jornal cumplimos con el deber de cuidar. El pastor bueno cuida con amor, sin miedo y no manipula, ni devora ni abandona a su suerte al rebaño.
Es importante que nos preguntemos: ¿A quien queremos seguir? Que esta pregunta nos haga llegar a la oración y pedir a Dios, el Padre, que nos haga llegar cerca de Jesús para seguir su persona y vivir su mensaje.
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