martes, 19 de diciembre de 2023

“BRILLI - BRILLI”

 

4º domingo de Adviento

El nombre “brilli-brilli” es una forma coloquial que se utiliza cuando quieres resaltar el brillo de determinados objetos, ropa, e incluso, en tu mismo cuerpo. Si eres persona, hombre o mujer, de brilli-brilli, no pasarás desapercibido-a porque, ya desde lejos, vas hacer notar tu presencia allá donde te encuentres. A ver cómo te lo explico bien para que te hagas una idea mejor. Este término es la sublimación del deslumbre, del relucir, y aunque por ahora no está incluido en la RAE, lo podíamos definir como si tú te rebozases, cual croqueta, en una bandeja de brillantina. Todo tú o toda tú serias brilli-brilli.

Para los amantes de la purpurina, comentaros, a modo de información, que la Unión Europea ha decidido restringir la venta de productos que incorporen intencionadamente  micro-plásticos, como es este producto cosmético, para evitar la liberación al medio ambiente de aproximadamente medio millón de toneladas de estas partículas sintéticas… Pero tranquilos-as que hay productos alternativos en el mercado, no contaminantes, que os harán brillar más y mejor que la purpurina.

En este cuarto domingo de adviento (ciclo b) la Palabra de Dios nos informa de la ausencia de brilli-brilli en todo lo concerniente al nacimiento del Mesías. Y para muestra un botón, que puedes encontrar en la diferencia del anuncio del nacimiento del Bautista, que queda encuadrado en el marco solemne del  santuario, es decir del templo y en Jerusalén, y el anuncio del nacimiento de Jesús, que se realiza en Nazaret, en un pequeño lugar de Galilea, en una región paganizada. Nazaret no es nombrado jamás en el Antiguo Testamento, ni está ligado a promesa o expectación mesiánica alguna. Por ello, podemos concluir que la salvación de Dios llega desde un lugar humilde, fuera de las grandes instituciones religiosas de Israel y sin el brilli-brilli que a más de uno le hubiera gustado.

El evangelio (Lucas 1,26-28) nos ofrece primeramente unos pequeños datos para conocer quién es María: “joven prometida a José”. Y a partir de ahí se nos describe el acontecimiento de la anunciación siguiendo el esquema tradicional: (Saludo del enviado (Ángel) extrañeza y turbación del elegido (María). Invitación a la tranquilidad y comunicación del mensaje. Pregunta del elegido. Nueva explicación, aceptación de la misión y retirada del enviado)

Espiritualizando el texto podemos entresacar ideas que nos ayudan a la meditación.  El encuentro de María y Gabriel es válido también para cada uno de nosotros, porque, como la Virgen, somos elegidos y llevamos en nosotros a Jesús.

El inicio del encuentro del texto evangélico y el inicio de la historia de amor de Dios contigo, es una llamada a la alegría y no al miedo: “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”. Alegría porque Dios te ha elegido y la elección del Señor es siempre don y gracia que no destruye nuestra libertad. Alegría porque Dios vive y permanece en ti, te ayuda a llevar a cabo la misión para la que eres elegid@. Alegría porque la presencia de Dios es siempre portadora de paz; de ahí la invitación del Ángel a María y a ti: “No temas”

La aceptación de María a la propuesta de Dios, el “hágase en mí según su Palabra”, el SÍ como actitud, está envuelto en sencillez, humildad y pequeñez. No hay repiques de campanas, ni redobles de tambor, ni luces de neón. Es un SÍ de afirmación generosa, espontanea, de confianza y enamoramiento. Es un SÍ de testimonio y empujón para todos los cristianos que escuchamos hoy la voz de María, mujer del adviento.

Reflexión: No te descubro nada que tú mismo no hayas apreciado. El momento que revolucionaría la historia no tiene ningún brilli-brilli. Y éste será el mensaje de Navidad, de toda Navidad, que “Dios no cabalga en la grandeza, sino que desciende en la pequeñez”. Esta es la primera invitación que te hago al contemplar al Niño Jesús, Dios con nosotros. La segunda es que mires el contraste de un Dios todopoderoso que necesita ser arropado, que es incapaz de hablar, que debe ser alimentado, que no tiene hogar y que necesita de unos brazos para caminar y de mimos para vivir.

¡Qué lejos estamos de este lenguaje de sencillez! ¡Qué poco entendemos a Dios! Nosotros buscamos la grandeza según el mundo y, mientras Dios se abaja, nosotros queremos pedestales. Dios pide humildad, nosotros pretendemos brilli-brilli. Dios no busca poder, nosotros perseguimos éxitos. Dios pide ternura, nosotros nos miramos el ombligo. El misterio de Dios que acampa en nosotros y hace morada en nuestras vidas, como hizo en María, se opone radicalmente a las  grandezas humanas.

¡Ay Señor! Me da a mí que tengo que desempolvar el villancico que cantaban las Hermanas de la Cruz, en El Cerro de Andévalo: “Tus caminos no son nuestros caminos, tu Navidad no es nuestra Navidad”

No hay comentarios:

Publicar un comentario