miércoles, 27 de diciembre de 2023

“DANDO PASOS”

 

Domingo de la Sagrada Familia

Una vez que se abren nuestros ojos al mundo, nuestros padres van dando pasos para integrarnos en la sociedad. Lo primero que se realiza es la inscripción de nuestro nacimiento en el registro civil, donde figura toda la información básica relativa a nuestra persona, como el nombre, género, nacionalidad, edad, status marital y dirección. Y, a partir de este momento, comienza nuestra historia como hombres y mujeres pertenecientes a una sociedad, que con el paso de los años estará jalonada por el cumplimiento de otras variadas prescripciones, ritos, leyes.

Nadie está exento de la obligatoriedad de cumplir con estas leyes que marca el Estado, porque todos tenemos diversos deberes para con la sociedad. Por ello, con el paso de los años, se requiere que los ciudadanos brindemos información actualizada a las autoridades para poder poner al día todo lo relativo a nuestras personas.   

En este domingo de la Sagrada Familia (ciclo b) la Palabra de Dios nos sitúa a María y José cumpliendo, en el templo de Jerusalén, con dos ritos o prescripciones que marcaba la ley de Moisés. Por un lado, la purificación de María que, como mujer que había dado a luz  un hijo, necesitaba presentarse ante el sacerdote para que éste ofreciera una ofrenda a Dios y así quedar pura (Levítico 12,28), y por otro, la presentación de Jesús, que como primogénito varón, debía ser consagrado a Dios (Éxodo 13,2.12-13)

El evangelio (Lucas 2,22-40) nos ofrece algo más que un cumplimiento religioso-social de los padres de Jesús. Sirve este paso del Señor por el templo de Jerusalén para que el evangelista Lucas presente a Jesús como Salvador, luz de todos los pueblos y gloria del pueblo de Israel.

Los ancianos Simeón y Ana representan al pueblo fiel, profundamente religioso, que mantiene viva, a pesar de su edad avanzada, la esperanza del Mesías y la inminente liberación del pueblo. Ambos convergen en el preciso momento en que Jesús es presentado a Dios en el templo. De ambos personajes se hace una descripción muy minuciosa, pero sorprende, que tanto Simeón como la profetisa Ana, reconozcan y proclamen que Jesús es el Mesías esperado. Simeón, se siente tan lleno de gozo que no le importa morir porque ha contemplado aquello que tanto esperaba y Ana, da gracias y habla a todos del niño. Con razón dice el evangelista que: “Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño”

Viendo la incomprensión de los padres de Jesús ante todo lo que hace referencia a su misión mesiánica, Simeón revela a María que su hijo será signo de contradicción y bandera discutida. Será aceptado y rechazado, lo que llevará a Lucas a proyectar el  efecto del rechazo sobre la madre: «Y a ti, una espada te traspasará el alma» Esto nos invita a  reconocer que el mesianismo de Jesús y su misión no estará coronado por el éxito y el aplauso, no será un Mesías triunfante y glorioso al modo humano, más bien, a ojos del mundo será un fracaso y dejará perplejo a más de un corazón. Así, con toda crudeza y realidad se nos presenta la historia de Jesús. No es fácil aceptar el mensaje del Maestro, su mesianismo (Mesías crucificado) y mucho menos seguirle. Toda la comunidad creyente, de la que María es prototipo, deberá buscar a este Jesús.

Reflexión: Las palabras de Simeón, inspiradas por el Espíritu, son conocidas en la liturgia de la Iglesia como “Nunc dimittis”, haciendo alusión a las palabras en latín del inicio del cantico “Ahora dejas…” Este anciano ha visto la salvación, encuentra en Jesús al Mesías, enviado por Dios, para salvar a todos los hombres. Ya no es la salvación propiedad privada de un pueblo elegido sino de toda la humanidad.

Mirar a Simeón y Ana, nos ofrece una nueva perspectiva. Como ellos, también en nosotros habita el Espíritu. Estos dos ancianos y profetas son espejos donde mirarnos para saber movernos y encontrar al Mesías. Ambos descubren en la presencia de una familia normal y en lo cotidiano de un niño que, como otros muchos, es llevado por sus padres al templo, la presencia de Dios, el cumplimiento de sus promesas y la novedad de la salvación. En lo que sucedía en el templo, todos los días, descubren al Dios que ama y sana los corazones.

Amig@, creo que si te dejas guiar por el Espíritu puedes entender, descubrir y experimentar los caminos de Dios, su salvación y la liberación que te ha prometido. Nuevamente te invito a la sencillez porque sigo encabezonado que los humildes son los que mejor captan el mensaje de Dios y su presencia. Todo está envuelto en un ambiente de normalidad, incluso el final del texto: “cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba. Todo es cuestión de ir dando pasos.

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