viernes, 18 de octubre de 2024

“DON ERRE QUE ERRE”

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario

“Don Erre que erre” es una película española dirigida por José Luis Sáenz de Heredia y estrenada el 21 de septiembre de 1970. El argumento es sencillo, nos habla de don Rodrigo Quesada, interpretado por Paco Martínez Soria, un hombre conocido en el barrio por su tenacidad, dureza y terquedad en mantener un error. Es una persona de ideas fijas que no para hasta conseguir todo aquello que se propone. Se inicia la película con un claro ejemplo de la tozudez del personaje cuando se acerca a las oficinas del Banco Universal pero se produce un atraco y las 257 pesetas que don Rodrigo estaba retirando en ese momento son robadas. El todopoderoso Banco se niega a devolverle a don Rodrigo esa pequeña cantidad de dinero, pero este no parará hasta conseguirlo.

El evangelio (Marcos 10,35-45) de este domingo 29 del Tiempo Ordinario (ciclo b) nos muestra que los discípulos no han comprendido qué significa el seguimiento de Jesús, ni cuál es el fin de encaminarse a Jerusalén. Ellos “erre que erre” con primeros puestos y asientos a derecha e izquierda, mientras Jesús en versículos anteriores les habla de que “El Hijo del Hombre va a ser entregado  a los sumos sacerdotes y los escribas, lo condenaran a muerte y lo entregaran a los gentiles, se burlaran de Él, le escupirán, lo azotarán y lo mataran Y a los tres días resucitará” (Mc 10,33)

Nada parece que ha conseguido Jesús reiterando una vez más el anuncio de su pasión y sus instrucciones sobre el servicio. Es como si hubiera una “sordera generalizada” a las palabras del Maestro, en el grupo de los Doce. Da la sensación de que están convencidos que en Jerusalén Jesús se presentara como Mesías triunfante y repartirá las carteras de los diversos ministerios del Reino. Por ello, Santiago y Juan caen en la ridícula tentación de hacer una patética petición «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda» Claro, los otros diez se colocan a la misma altura de envidia, afán de poder e ignorancia que los dos hermanos, teniendo una reacción muy humana y cargada de vanidad, celos y envidia. «Al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan»

Una vez más se ve obligado Jesús a instruirles, mostrando las condiciones para poder pertenecer al Reino y formulando lo que ha de ser la ley de la comunidad cristiana.

1.- Las condiciones quedan expresadas con las imágenes “cáliz y bautismo” que evocan la participación en la pasión y muerte de Jesús. El bautismo es la imagen del morir  para renacer. El beber la copa tiene el significado de experimentar la entrega hasta la muerte. A través de estas imágenes se está diciendo al grupo de los Doce que compartirán el camino de la pertenencia al Reino desde la participación en la vida de Jesús, su muerte y resurrección.

2.- Tras las condiciones, proclama Jesús la Ley que ha de estar siempre presente en sus discípulos y en las comunidades: hacerse servidor de los demás. “El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos” El servicio como oposición a la actitud de los poderosos del mundo que tiranizan a los pueblos. Jesús es el primero en servir y quien le quiera seguir no puede tener un proyecto paralelo o contrario al suyo.

La comunidad que esté caracterizada por el servicio, ha de ser una comunidad sin deseo de poder, ni ambición de dominio, ya que ambas corrompen el corazón. La autoridad, en dicha comunidad, ha de reflejarse en la realidad del servicio y no en la posibilidad de mandar. Sólo una comunidad de servidores podrá ayudar eficazmente a la humanidad en la búsqueda de la fraternidad.

Reflexión: Este pasaje evangélico nos recuerda que la grandeza, según Jesús, está sencillamente en servir desde una postura de amor fraterno. Por ello, la frase del Maestro “dar la vida en rescate por todos” no se refiere exclusivamente al último sacrificio de la cruz, sino que es un recuerdo de que la vida entera debe interpretarse, por parte de discípulo desde la entrega y el servicio. En realidad, la muerte de Jesús fue la culminación de un desvivirse día a día y constantemente en favor del ser humano.

El servicio (diaconía) es la gran revolución de Jesús. Frente a las ansias de poder que dividen a las personas y acaban degradando la convivencia, Jesús propone como antídoto la actitud de servicio. Una Iglesia y comunidad de fe que pretenda, como Santiago y Juan, primeros puestos y privilegios, poder, dominio y prestigio terrenal, siempre será una Iglesia enredada, manchada y desfigurada, que nada tiene que ver con Jesús, su mensaje y su persona.

Amig@ el mensaje del evangelio es claro y contiene una advertencia a todos los discípulos de Jesús. Podrás tener la actitud de “erre que erre” con lo tuyo, pero no pretendas convencer a nadie de que servir no es una opción del Maestro. Necesitas recolocarte.

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