jueves, 30 de enero de 2025

AHORA... HOY

 

Presentación de Jesús en el templo

En este tiempo de inteligencia artificial, cuando descubres a qué fue la familia de Nazaret al templo, puedes llevarte las manos a la cabeza como expresión de tu incredulidad. Posiblemente, no entiendas ciertas normas y leyes que aparecen en los textos sagrados del Antiguo Testamento y las juzgues sin reinterpretarlas ni actualizarlas al “ahora” dejándolas vacías de contenido. Sin llegar a exageraciones de purificación de nadie ni de nada, de los ritos del Levítico podríamos aprender “hoy” que todos los creyentes estamos llamados a hacer de nuestra alianza con Dios, siempre y en todos los ámbitos, una forma de vida.

El evangelista Lucas, en este 2 de febrero fiesta de presentación de Jesús en el templo (ciclo c) nos habla del cumplimiento de dos ritos de la Ley que realizan María y José. Por un lado, la purificación de María pues toda mujer al dar a luz quedaba legalmente impura durante cuarenta días si el nacido era niño y ochenta si era niña. Pasado este tiempo debía la madre presentarse en el templo y ofrecer una ofrenda ante el sacerdote para quedar pura. Si la familia era pobre bastaba con un par de tórtolas o dos pichones, como bien prescribe el Levítico 12,1-8. Por otro lado, la presentación de Jesús, ya que, como primogénito varón debía ser consagrado a Dios. El niño pertenecía a Dios, y debía ser rescatado mediante el pago de una suma de dinero, así nos lo informa el libro del Éxodo 13,1-15 y el libro de Números 18,15-16.

El evangelio (Lucas 2,22-40) sitúa a la familia de Nazaret en el templo de Jerusalén con la intención de cumplir ambas prescripciones de la ley. Ahí salen a su encuentro dos ancianos, Simeón y Ana, profundamente religiosos que, a pesar de su edad avanzada, mantienen viva la esperanza del Mesías y la inminente liberación del pueblo.

De Simeón nos dice el texto del evangelio que “era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel” También, nos ofrece una información muy del evangelista Lucas: “El Espíritu Santo estaba en él”. Es el Espíritu quien le había revelado “que no moriría antes de ver al Mesías del Señor” y es el mismo Espíritu quien le conduce al templo. De Ana se nos dice que era profetisa. Su descripción como la de Simeón es muy minuciosa y representativa. Mediante las tres etapas de la larga vida de Ana, Lucas refleja los periodos más importantes de la vida del pueblo de Israel: el pacto con Dios (juventud), la época de buenas relaciones de Dios con su pueblo (casada) y la ruptura de la alianza (viuda) Como profetisa, mantiene viva la esperanza en la promesa de Dios y tras el encuentro con el Mesías “hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén”

Simeón, con Jesús en brazos, alaba a Dios e hizo un canto que comienza con la palabra “ahora”, que tiene el mismo significado que el “hoy” del anuncio de los ángeles a los pastores (Lucas 2,11). Con este adverbio se nos dice que ya se ha inaugurado la etapa final de la historia humana y Dios irrumpe en ella mediante el Mesías esperado. Por ello, Simeón exclama que puede morir en paz porque ha visto lo que esperaba. Sus ojos han contemplado al Salvador “luz que ilumina a todos los pueblos” La universalidad de la salvación es otro dato característico de este cántico que será desarrollado por Lucas de forma más concreta en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

Por último, encontramos una revelación del anciano a los padres de Jesús: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción… Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos» Se insinúa así el tema del conflicto-rechazo sobre Jesús que será proyectado sobre la madre «a ti misma una espada te atravesará el corazón» Tal espada puedes interpretarlo como la muerte de Jesús, recordándote que la misión de este Niño no estará coronada por el éxito y que su mesianismo será un fracaso a los ojos del pueblo porque no será un mesianismo triunfante y glorioso al modo humano.

Lucas nos presenta la cruda realidad de todos los tiempos: no es fácil aceptar el mensaje de Jesús y su mesianismo (Mesías crucificado)

Reflexión: Los ancianos Simeón y Ana son prototipos de las personas que tienen el Espíritu y se dejan mover por Él. Ambos descubren en la presencia de una familia normal que acude al templo a cumplir lo mandado por la ley mosaica, la promesa cumplida de Dios y la novedad de la salvación.

Sólo si te dejas guiar por el Espíritu puedes entender, descubrir y experimentar los caminos de Dios y su salvación en lo cotidiano, en lo que te sucede todos los días. Sólo si te haces sencillo de corazón podrás captar el mensaje de Dios y su presencia.

“Ahora-hoy” también tú puedes ver al Salvador. Eso sí, sólo lo podrás hacer si mantienes viva la esperanza de su liberación.

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