Después de la festividad
del Bautismo de Jesús con la que concluía el Tiempo litúrgico de Navidad,
nuestra Iglesia vive el Tiempo Ordinario; tiempo de la cercanía de Dios en nuestra
vida cotidiana; tiempo para estar atentos a las enseñanzas de Jesús; tiempo de
búsqueda y escucha.
La imagen con la que se
inicia este artículo y que está presente en nuestra pantalla a lo largo del
Tiempo Ordinario son unas manos de alfarero que está modelando una vasija de
barro. Con ello se quiere simbolizar que este tiempo es una gracia de Dios
donde el Señor nos sigue dando forma, en nuestra vida, en nuestras acciones
cotidianas tanto en las alegrías como en los miedos.
No es un tiempo secundario
o de menor importancia, sino que es tiempo para seguir, día a día dejándonos
moldear por el Señor con plena confianza y Amor.
Jesús camina con nosotros y nos enseña, como buen maestro, a crecer en la fe y a ser discípulos suyos. Vivamos este tiempo litúrgico con toda la fuerza estando atentos a la voz del Señor con actitud de escucha.
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