3º Domingo del Tiempo Ordinario
Me imagino que sabes bien cómo un partido político prepara las futuras elecciones, bien sean estas las generales, las europeas, las autonómicas o las municipales. Todas comienzan por redactar un documento que recoge lo que quieren realizar, comprometiéndose a cumplirlo una vez que salgan elegidos. A este documento se le conoce como programa electoral, es el conjunto de valores y acciones que un partido quiere conseguir para los ciudadanos si llega a gobernar. El programa electoral, para que el pueblo pueda leerlo sin aburrirse, deberá ser claro, conciso, sencillo y realista, evitando discursos demagógicos y marcando sus prioridades, sus reformas y su ética. En fin, no he leído ninguno de ellos (craso error) pero me imagino que todos los programas electorales contienen propuestas a realizar, no sé yo si posibles y reales, otra cosa muy distinta es que se realicen. Por eso opto por el programa de fiestas del pueblo que ese no falla.
El evangelista Lucas, al inicio de la actividad pública de Jesús, nos ofrece, en este domingo 3º del tiempo ordinario (ciclo c) un cuadro que contiene el programa de actuación sobre el que se va a basar toda su actividad. En una reunión, en la sinagoga, Jesús proclama cómo entiende su misión. A modo de programa electoral presenta las acciones que va a realizar para dejar claro cuál es el proyecto que intenta llevar hacia delante. En este caso es claro y conciso: liberación y fraternidad. El resultado no está recogido en el relato del evangelio de hoy, tendrás que seguir leyendo hasta el versículo 30.
El texto que hoy leemos en el evangelio (Lucas 1,1-4;4,14-21) recoge:
primero el comienzo del evangelio de Lucas; después describe de forma general
la actuación de Jesús en Galilea; y por último, narra lo ocurrido en la
sinagoga de su pueblo, Nazaret.
Jesús inicia su actividad misionera en Galilea y, aunque se nos cuenta estos comienzos muy de pasada, al parecer lo hizo con éxito: “Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan”
El evangelista se centra en Nazaret, donde coloca el primer hecho importante de la vida pública de Jesús. Lo ha puesto en el primer plano para darnos una síntesis de lo que va a ser el mensaje y la vida de Jesús. Es, pues, totalmente un programa de vida donde se nos dice, primeramente que el Señor es el Ungido: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido”. Seguidamente se nos revela que su mesianismo no es político, sino Mesías de los pobres para los que trae la liberación, la justicia y la salud: “Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.” Por último, con la aparición de Jesús se cumplen las esperanzas de Israel y la promesa de Dios: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír».
Este pasaje evangélico en Nazaret es síntesis de todo el evangelio de Lucas. La afirmación clave es “anunciar a los pobres la Buena Noticia”. A ellos: cautivos, ciegos, oprimidos… se les proclama la libertad. La nueva vida que Jesús anuncia a los pobres tiene como eje la liberación de las cadenas materiales o espirituales que les oprimen.
Reflexión: el evangelio de hoy es como la carta de presentación de Jesús. Él ha venido a anunciarnos una buena noticia, a liberarnos, a recordarnos que ha llegado el tiempo de Gracia. Y nos lo dice como Hijo Ungido por el Espíritu, porque llevar adelante el programa liberador de Jesús sólo es posible con la fuerza del Espíritu.
Tú y yo, como discípulos de Jesús, tenemos también nuestro pequeño programa. Y si no lo tuviéramos deberíamos dedicar un tiempo a esta tarea. Para llevarlo a cabo necesitamos la fuerza del Espíritu. No sólo porque somos frágiles o porque corren vientos recios, sino porque este programa es rompedor y exigente y la Buena Noticia no es percibida como buena para quienes, sin escrúpulos, han construido su paraíso aquí a costa del sufrimiento de los débiles.
Nuestro programa, por pequeño que sea, no puede diferir del proclamado en este evangelio y asumido por Jesús. Debemos darnos cuenta que estamos enviados a anunciar el evangelio a los pobres de todo tipo de pobreza y esclavitud, para llevarles libertad y fraternidad. Esta misión, puesta en nuestras manos, es misión sagrada que conlleva responsabilidad y valentía, con la certeza de que Él nos da su paz y está con nosotros. No podemos ser cristianos de “generación muda” que no transmitimos nada.
Los políticos dicen que cumplen sus programas electorales si son elegidos para gobernar, tú no esperes a ponerlo en práctica mañana, porque tu momento es hoy, ahora, ya. Mañana es tarde.
NOTA: Si buscamos el texto de Isaías 61, 1-2, texto que Jesús lee en la sinagoga de Nazaret, vemos que fue un anuncio profético a la vuelta del destierro, una auténtica buena noticia para un pueblo que había sufrido mucho. Pero este texto habla también de que junto al año de gracia hay un día de venganza de Dios. O Jesús se calló este renglón o Lucas no lo pone en boca de Jesús. ¿Será porque la Buena Noticia del Señor no es castigo ni venganza? Piénsalo bien.
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