domingo, 24 de mayo de 2020

EL ARTE DE REINVENTAR-SE


Creo que no expreso nada nuevo si os digo que esta pandemia, covid-19, alarma sanitaria…. (como queráis llamarlo) ha supuesto para nuestras vidas y actividades un cambio radical, ya que hasta en lo más mínimo hemos tenido que adecuarnos a unas medidas sanitarias que nos imponían, por el bien propio y común, y por solidaridad con nuestros prójimos, como la distancia, el confinamiento en nuestros hogares, la mascarilla, la higiene (sobre todo en las manos)...

A todos los niveles: sociales, religiosos, laborales… ha atacado este virus y de tal manera que actividades que siempre han formado parte de nuestra historia, personal y comunitaria, han tenido que ser relegadas y suspendidas. El paisaje habitual sufrió un cambio, en todos los órdenes de la vida, y hasta lo más insignificante y cotidiano, aquello que realizábamos casi por costumbre y sin darnos cuenta, se tuvo que remplazar y mudar.

Nuestros “micro-mundos” se pusieron “patas arriba” hasta el punto de preguntarnos si ese mundo pequeño y mío estaba cimentado en unos principios solidos e inmutables, o había sido construido como torres y castillos en el aire, que el más pequeño e invisible de los virus había tambaleado.

Permitidme que os diga que sólo permaneció inalterable el interior. Cambió nuestra forma de relacionarnos con Dios, pero no la posibilidad de relacionarnos con Él. El virus arrasó con todo pero no con los sentimientos que habitan en el corazón. Puso distancia física entre seres humanos pero no consiguió la distancia emocional.

Nos tuvimos que “reinventar” para poder comunicarnos, para mantener las relaciones humanas, para poder ejercer nuestro trabajo, para no dejar de conectarnos de una forma nueva con lo divino…. Sin este “reinventar-se” habríamos sufrido la tentación de “tirar la toalla”, de poner distancia, más que física, sobre quien nos quieren, de entrar en bucle de sentimientos negativos o de penetrar en la espiral de ver la botella más vacía que llena…Y, así, reinventar se convirtió en un arte que tiene su principio en la esperanza.

Reinventar-se no puede ser un arte pasajero, ni estar sujeto a modas o a ataques virulentos de un mal concreto, sino que, más bien, debe ser un antídoto permanente que nos ayudará a afrontar el futuro con nuevas ilusiones, expectativas y metas.
Si no nos reinventamos podemos caer en el peligro de agachar la cabeza entre las piernas o poner la palma de la mano en la mejilla dando señales inequívocas que esta situación nos supera,  desalienta o desanima.

Cierto que en nuestra parroquia ha habido muchas celebraciones que se han tenido que suspender o posponer: primeras comuniones, catequesis, encuentros con la Palabra, campamento Scouts, bodas, grupos sinodales… pero no es menos cierto, que podemos volver, fase a fase, con un nuevo espíritu y con unas nuevas formas para seguir transmitiendo aquello que es el centro de nuestra espiritualidad y a lo que hemos sido llamados: “hacer discípulos” “anunciar el evangelio del Reino”

Es hora de ilusionarnos en la misión. Es el tiempo de pensar entre todos, sacerdotes y seglares de nuestra parroquia, cómo acercar, más y mejor el mensaje de Jesús a quienes nos rodean y forman parte de esta comunidad. Es la hora de reinventar-se.
Os animo, y a mí mismo me lo digo, que es posible volver con más fuerza, sintiendo que esta pandemia ha podido ser, también, una oportunidad para crecer humana y espiritualmente, para reflexionar y ver quiénes somos, qué es lo importante y qué es lo que queremos realizar con nuestra vida. Y para continuar con nuestra labor mejorándola y buscando nuevos caminos.
Por ello, si sentís, en cualquier ámbito de vuestra vida y también en el pastoral, un decaimiento… pensad que no hay mejor manera para superar al adversidad que con la fuerza del ESPÍRITU y el arte de REINVENTAR-SE.



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