Las lecturas de este domingo 5º del tiempo de cuaresma (ciclo a)
nos sitúan a las puertas de la Semana Santa.
Una vez más, la Palabra de Dios viene a acompañar
nuestra vida, no es ajena a los acontecimientos de nuestra historia, sino que se
encarna en ellos, como bálsamo en la herida, para mostrarnos un camino de vida
y no de muerte, de esperanza y no de frustración.
La Palabra de Dios se presenta como agua para el sediento, como luz para el ciego y, en este domingo,
como vida para el muerto.
La 1ª lectura del profeta Ezequiel 37,12-14 (os aconsejo la leáis el capítulo 37 desde
el inicio) nos muestra al pueblo abatido, desesperanzado, incapacitado… Puede
que nosotros, al igual que el pueblo de Israel en el exilio de Babilonia, nos encontremos
sin esperanza y con la ilusión maltrecha ante los diversos acontecimientos que
se suceden en nuestra vida.
También nos sentimos “muertos”, sin futuro
aparente y no nos encontramos en situación de escuchar las promesas de
liberación.
Sin embargo Dios anuncia al pueblo, por medio
del profeta Ezequiel, un mañana mejor, Dios quiere devolver la vida a esos “huesos
secos” de los que nos habla el capítulo 37 de Ezequiel, que son imagen de la situación en la que se encuentra el pueblo de Israel.
El profeta proclama, en un contexto de
desesperación y desaliento del pueblo, el anuncio vibrante de que Israel
volverá pronto a la existencia, al movimiento, a la vida, a la tierra que le
fue arrebatada.
Dios es el autor de esta resurrección del
pueblo. Él infundirá su espíritu para que el pueblo se sienta “vivo”.
Él soplará su aliento (Ruah) que animará al cuerpo material y transformará su
cuerpo y su espíritu hasta hacerlos nuevos.
Es un canto a la esperanza: Dios libera a su
pueblo. Y también una invitación a la fe. Ezequiel nos recuerda la novedad que
significa vivir desde la gracia de Dios, la cual implica romper las ataduras
que están impidiendo vivir la novedad del evangelio.
En el evangelio (Juan 11,1-45) Jesús resucita a su
amigo Lázaro. Obra este milagro para manifestar la gloria de Dios.
El mismo Jesús se presenta como Resurrección y Vida, estas palabras
expresan el sentido de la misión de Cristo; Él ha venido a comunicarnos a los
hombres la vida verdadera que posee. Por ello, quien le acepte, quien acoge su
palabra, quien cree en Jesucristo y en quien lo envió pasa de la muerte a la
vida. La unión con Jesús garantiza la vida, Él viene a comunicar Vida y no
muerte.
Cuando Jesús proclama que Él es Resurrección y vida no sólo está afirmando que es vida después de la muerte, sino Vida en abundancia para ésta y para todo ser humano.
Jesús compromete a sus seguidores a realizar signos liberadores con aquellos que están sometidos a las ataduras de la muerte. Creer que Jesús es Resurrección y vida no es sólo una cuestión doctrinal, sino que es una exigencia de nuestro seguimiento en el que se nos pide emprender acciones que liberen a aquellos hermanos nuestros que se encuentran invadidos en las sombras de la muerte. Al actuar así hacemos presente hoy lo que Jesús hizo para que los hombres y mujeres de nuestro tiempo tengan vida abundante.
El Salmo 129 nos
va a recordar cómo cuando aparentemente no hay esperanza, cuando parece que
todo se derrumba, es la confianza en el Señor la que nos hace descubrir su
misericordia.
- Amigos un “mañana
mejor es posible”. Cuando te veas deprimido, incapacitado, triste, desencantado,
vacío interiormente, con dudas de fe, amargado, en crisis, desalentado,
desterrado… que resuene, en vuestros corazones, la promesa del Señor: “Os
infundiré mi Espíritu y viviréis”. Él es el Dios de la vida, que nos libera de
todas nuestras “muertes”
- Amigos un “mañana
mejor es posible”. Al igual que Marta reconozcamos a Jesús como “el
Cristo, el Hijo de Dios” Aquel que es capaz de vencer a la muerte y
comunicarnos la vida que Él posee.
El creyente participa de la misma vida del
Resucitado y esta vida es tan fuerte, tan poderosa, que traspasa los límites de
la muerte biológica y será vida para siempre, pertenencia al Reino.
- Amigos un “mañana mejor es posible” porque confiamos y aseguramos que nuestro Dios es rico en perdón, grande en misericordia. Es una madre que nos sienta en sus rodillas, nos consuela y sana nuestros corazones destrozados
- Amigos un “mañana mejor es posible” porque confiamos y aseguramos que nuestro Dios es rico en perdón, grande en misericordia. Es una madre que nos sienta en sus rodillas, nos consuela y sana nuestros corazones destrozados
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