En este nuevo año litúrgico (ciclo b), que comenzará con el primer domingo de adviento, nos acompañará el evangelista Marcos, quien nos presentará a Jesús como la Buena Nueva. El evangelio de Marcos fue el primero de los evangelios escritos y sirvió de fuente para los evangelios de Mateo y Lucas
La narración de este evangelio está lleno
de vivos detalles y su estilo es muy sencillo y popular; es muy narrativo y de
fácil lectura.
Se nos muestra el “Jesús de cada día”, un hombre de acción y pocos discursos. Y ya, desde el primer capítulo, acompañado de sus discípulos. Marcos no quiere comunicar una doctrina, una teoría… Su evangelio es la persona misma de Jesús de Nazaret, presentado como Cristo, Mesías, Ungido e Hijo de Dios
Escribe para los cristianos de Roma que
sufren persecución por parte del Imperio, situación que les sumió en una grave
crisis de fe. Por ello, este evangelio de Marcos será dedicado a responder a
dos preguntas: ¿Quién es realmente Jesús? Y ¿En qué consiste ser discípulo
suyo?
Desde estas preguntas, Marcos describe a Jesús como un hombre como nosotros. No vacila en recoger muchos rasgos de la humanidad de Jesús, detalles que extrañan a sus lectores habituados a reconocer a Jesús como el Hijo de Dios.
Responde Marcos a la pregunta sobre el discipulado, presentando la misión de Jesús estrechamente unida a la de sus discípulos, que formarán la Iglesia. El discípulo no es un simple receptor del mensaje sino que debe hacer vida su amistad con Jesús e identificarse con Él. El evangelista insistirá en el empeño de Jesús por llevar a los discípulos hacia la comprensión del misterio de la cruz, por prepararlos para la “misión” y por reunir en Galilea, una vez resucitado, a los mismos discípulos que se habían dispersado tras su muerte.
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