miércoles, 8 de abril de 2020

HASTA EL EXTREMO

Este es el día de la entrega

Antes de que Judas quisiera entregar a Jesús a las autoridades, Cristo se entregó voluntariamente a nosotros. Lo hizo porque amó primero. Y así lavó los pies a sus discípulos en un gesto de humildad, servicio y amor; gesto cargado de simbolismo, porque significa lavar los pies de toda la humanidad, representada en aquellos que estaban allí con Él a la mesa.
El gesto que da a esta Cena un especial significado es el de Jesús postrado lavando los pies de los discípulos y ofreciéndose en el Pan y el Vino de la Eucaristía, signo de la presencia de Jesús hecho entrega. 

El Maestro, en efecto, no ha venido para dominar, sino para servir y dar la vida en rescate por muchos. Sólo un amor así libera, despierta la confianza en el amado y purifica el corazón.

Dios lava los pies de los hombres, como signo de la hondura de su amor y de cómo nos hemos de amar entre nosotros. El amor no es posesión. El amor es servicio. Este gesto de Cristo se prolonga cuando nosotros, imitando al Maestro, nos lavamos los pies unos a otros, es decir, servimos con disponibilidad al prójimo desde la pequeñez. No consiste sólo en amar sino en amar como Él nos ha amado.

Este es el día de la entrega. Jesús nos entregó cuanto tenía: su Palabra, y su Cuerpo y Sangre. En la Última Cena, antes de partir hacia el Huerto de los Olivos, instituye la Eucaristía como alimento para la Vida Eterna y necesidad para la vida terrena. Él se ofrece en comida y bebida. El amigo da la vida por el amigo. Su locura de amor le lleva a hacerse Eucaristía, comida partida y compartida.

Hoy, Jueves Santo, es el día de la entrega. Es el día del amor fraterno. Cristo nos deja su testamento: Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amadoVivamos en el amor. Urge extender el sentido de este día al mundo.

Vivamos este Jueves Santo con el compromiso de amar y servir como Cristo lo hizo. Que no pase de largo este día sin aprender la lección magistral de Jesús. Hagamos de nuestra vida diaria un compromiso auténtico de su enseñanza. Pidamos al Señor que abra nuestro corazón a su palabra, gestos y amor, de tal manera que estemos dispuestos a partirnos, gastarnos, despojarnos de nuestros mantos y postrarnos ante tantos pies desnudos de afecto, amor, dignidad... Y, desde la mayor pequeñez, aprendamos a dejarnos amar, dejarnos lavar, saber recibir agradecidos el cariño y servicio del "otro"... porque esta experiencia de sentirse amado nos ayudará a despojarnos de ropajes que nos impiden ser nosotros mismos.


Oración-Bendición en la cena de hoy.  

Gracias Señor, porque nos amaste hasta el final, hasta el extremo que se puede amar: dar la vida por otro.
Gracias Señor, porque en la última cena partiste tu pan y vino, para saciar nuestra hambre y nuestra sed...
Gracias Señor, porque en la Eucaristía nos haces UNO contigo, nos unes a tu vida, en la medida en que estamos dispuestos a entregar la nuestra...
Gracias Señor, porque en el pan y el vino nos entregas tu vida y nos llenas de tu presencia.
Gracias Señor, porque quisiste celebrar tu entrega, en torno a una mesa con tus amigos, para que fuesen una comunidad de amor.

Bendice nuestra cena, Señor; bendice a nuestros hermanos más frágiles y enfermos con quienes hoy nos sentimos especialmente unidos; que la fraternidad alumbre para ellos la esperanza. AMEN.

CANTO: Amando hasta el extremo


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