Este es el día de la entrega
Antes de que
Judas quisiera entregar a Jesús a las autoridades, Cristo se entregó
voluntariamente a nosotros. Lo hizo porque amó primero. Y así lavó los pies a
sus discípulos en un gesto de humildad, servicio y amor; gesto cargado de simbolismo, porque significa lavar los pies de toda la humanidad, representada en aquellos que estaban allí con Él a la mesa.
El gesto que da a esta Cena un especial significado es el de Jesús postrado lavando los pies de los discípulos y ofreciéndose en el Pan y el Vino de la Eucaristía, signo de la presencia de Jesús hecho entrega.
El Maestro, en efecto, no ha venido para dominar, sino para servir y dar
la vida en rescate por muchos. Sólo un amor así libera, despierta la confianza
en el amado y purifica el corazón.
Dios lava los pies de los hombres, como signo de la hondura de su amor y
de cómo nos hemos de amar entre nosotros. El amor no es posesión. El amor es servicio. Este gesto
de Cristo se prolonga cuando nosotros, imitando al Maestro, nos lavamos los
pies unos a otros, es decir, servimos con disponibilidad al prójimo desde la
pequeñez. No consiste sólo en amar sino en amar como Él nos ha amado.
Este es el día de la entrega. Jesús nos entregó cuanto tenía: su
Palabra, y su Cuerpo y Sangre. En la Última
Cena, antes de partir hacia el Huerto de los Olivos, instituye la Eucaristía
como alimento para la Vida Eterna y necesidad para la vida terrena. Él se
ofrece en comida y bebida. El amigo da la vida por el amigo. Su locura de amor
le lleva a hacerse Eucaristía, comida partida y compartida.
Hoy, Jueves
Santo, es el día de la entrega. Es el día del amor fraterno. Cristo nos deja su
testamento: Un mandamiento nuevo os doy:
que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Vivamos en
el amor. Urge extender el sentido de este día al mundo.
Vivamos este
Jueves Santo con el compromiso de amar y servir como Cristo lo hizo. Que no
pase de largo este día sin aprender la lección magistral de Jesús. Hagamos de
nuestra vida diaria un compromiso auténtico de su enseñanza. Pidamos al Señor que abra nuestro corazón a su palabra, gestos y amor, de tal manera que estemos dispuestos a partirnos, gastarnos, despojarnos de nuestros mantos y postrarnos ante tantos pies desnudos de afecto, amor, dignidad... Y, desde la mayor pequeñez, aprendamos a dejarnos amar, dejarnos lavar, saber recibir agradecidos el cariño y servicio del "otro"... porque esta experiencia de sentirse amado nos ayudará a despojarnos de ropajes que nos impiden ser nosotros mismos.
Oración-Bendición
en la cena de hoy.
Gracias
Señor, porque nos amaste hasta el final, hasta el extremo que se puede amar:
dar la vida por otro.
Gracias
Señor, porque en la última cena partiste tu pan y vino, para saciar nuestra
hambre y nuestra sed...
Gracias
Señor, porque en la Eucaristía nos haces UNO contigo, nos unes a tu vida, en la
medida en que estamos dispuestos a entregar la nuestra...
Gracias
Señor, porque en el pan y el vino nos entregas tu vida y nos llenas de tu
presencia.
Gracias
Señor, porque quisiste celebrar tu entrega, en torno a una mesa con tus amigos,
para que fuesen una comunidad de amor.
Bendice
nuestra cena, Señor; bendice a nuestros hermanos más frágiles y enfermos con
quienes hoy nos sentimos especialmente unidos; que la fraternidad alumbre para
ellos la esperanza. AMEN.
CANTO:
Amando hasta el extremo
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