Cuentan que Abraham Lincoln rechazó a una persona, para trabajar con él en su gabinete, argumentando: “No me gusta su cara”. Su consejero objetó, aturdido, que el hombre no era responsable de su cara. Pero Lincoln discrepó. “Cualquiera mayor de 40 años es responsable de su rostro”
No considero que el cuerpo sea la cárcel del alma, sino más bien entre ambos (cuerpo y alma) existe unidad, complemento y expresión. Nuestros sentimientos e ideas se acompañan a través de expresiones corporales y por medio del cuerpo recabamos información sobre el estado de ánimo, la actitud, las intenciones, las emociones, los cansancios... El cuerpo habla. Yo me atrevo a decir que nuestro cuerpo es el más acertado y veraz “curriculum vitae” que poseemos.
Las lecturas de este domingo 2º de Adviento (ciclo c)… nos describen actitudes propias de adviento desde expresiones corporales… Estar en pie, mirar hacia, despojarse, vestirse, envolverse, poner, recorrer, predicar, preparar, allanar… Descubramos su significado y apliquémoslo a nuestra vida interior.
Desde la primera lectura (Baruc 5,1-9) podemos conocer la actitud que se ofrece y pide al pueblo. Usando imperativos (despójate, vístete, envuélvete, ponte…) se indica que es el momento de abandonar el luto y vestirse de fiesta porque el Señor hará y hace maravillas mostrando su amor en medio de su pueblo. Con la expresión “en pie” se invita a salir del estado de postración y contemplar a Dios que guía a Israel, con alegría y misericordia, por caminos seguros en busca de la luz.
Desde la misericordia de Dios llega la salvación al pueblo. Dios será quien otorgue el retorno del pueblo del exilio y quien lo dirija. Por ello la desgracia se cambia en alegría, el luto en fiesta.
El evangelio (Lucas
3,1-6) El evangelista comienza mostrando que la salvación de Dios se
inserta en la historia. Por medio de Juan Bautista, profeta itinerante y el
último, terminará, como muchos de sus predecesores encarcelado por fidelidad a
su misión.
Él viene a preparar el camino del Señor como afirma la cita Isaías 40,1-5,
incluida en este texto. Un Señor que viene a salvar a “todos” «Y toda carne verá la salvación de Dios» Juan
predica la conversión y pide a sus oyentes frutos que muestren la autenticidad
de su conversión. Esta conversión implica para Juan un cambio de vida que queda
descrito en Lucas 3,10-14 mediante el tema de la fraternidad, el compartir, la
justicia social
Reflexión: Os comentaba en la reflexión del domingo pasado que Dios viene en tu presente, en este momento concreto de tu historia, en tu aquí y ahora, en el hoy. Esta buena noticia, que la Palabra de Dios inserta en tu corazón, tiene fuerza para transformar el interior y puede ser vivida en plenitud. Todo tu ser se puede involucrar, comprometer e implicar ante un Dios que es “grande con nosotros” (Salmo responsorial) y nos invita a la transformación, incluso de nuestras expresiones corporales.
La conversión, presente en los textos que este domingo la Iglesia nos presenta, nos habla de un cambio de vestido, nos animan a dar el paso del luto al traje festivo, de la aflicción a la alegría. Nos ofrecen el porqué de esa conversión integral “porque Dios mostrará tu esplendor a cuantos habitan bajo el cielo”
Si Dios hizo alianza de bodas con Jerusalén, hoy
puedes sentir que Dios hace
matrimonio contigo. Mira dentro de ti, observa tus posibilidades, tienes fuerza
para ponerte en pie, sentirte amado, acompañado y guiado por la mano de Dios.
Confía en su acción de Padre, acción de misericordia, que nivela el suelo,
rellena barrancos, rebaja montes y colinas, endereza lo torcido, allana
senderos… para que tú, como Israel, “camines
seguro”
Nada te falta en este camino que emprendes en adviento. Incluso cuentas con que el sol no te hará daño ni te hará desfallecer, el mismo Señor: “Ha mandado a los bosques y a los árboles aromáticos que den sombra”
Por parte de Dios todo está minuciosamente preparado. Él está a la espera, para Él también es adviento. También es tiempo de esperanza para Dios. Afortunadamente no te mete prisa (sus tiempos y los nuestros no suelen coincidir) respeta tu momento, su espera es propuesta, llamada y mensaje… invitación a ponerte en pie y mirar con ojos nuevos.
Mi manera de entender la conversión, no se inicia reconociendo mis faltas y pecados, sino que comienza con un detenerte y contemplarte. Reconocer la grandeza que posees, la luz que hay en ti, fruto del amor de Dios y de tu trabajo interior. Y desde aquí ir creciendo en amor incondicional. Para ello se hace necesario ponerse en pie y transformar cuerpo, mente y corazón en busca de apreciar los valores de una nueva vida.
Y esta es mi oración:
que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para
apreciar los valores. (2ª lectura)
No hay comentarios:
Publicar un comentario