miércoles, 24 de febrero de 2021

CAMBIANDO EL RUMBO

Hay acontecimientos que se dan en la vida que hacen que tengamos que cambiar el rumbo. Vivíamos relativamente bien y cómodos en una situación concreta y ante “el cariz que toman los acontecimientos” éstos nos obligan, no a poner pie en tierra, pero si a cambiar el rumbo de nuestra vida. Desde aquí puedo decir que los acontecimientos” son hechos que escapan de lo cotidiano o de la rutina, que nos vienen dados de forma diversa, que son de importancia, aunque poco común, raros y excepcionales, que no suceden a menudo, pero que son impactantes dado que nos hacen cambiar, tomar otra dirección, encontrar nuevas sendas y salidas, nuevas motivaciones… para continuar de forma distinta.

Creo yo que todas las personas hemos vivido, en los más diversos órdenes de la vida, acontecimientos que nos han impulsado a dar un nuevo ritmo a nuestra existencia. Una noticia importante, buena o mala, ha tenido el poder de hacernos pensar si el rumbo que llevábamos era el correcto.

La Palabra de Dios, que nos presenta el evangelio de este domingo, 2º de Cuaresma (ciclo b) es un buen ejemplo de lo anteriormente expuesto. Tres discípulos (Pedro, Juan y Santiago) acompañan a Jesús a lo alto de un monte, allí contemplan un acontecimiento difícil de narrar… pero ese acontecimiento vivido supuso una afirmación por parte de Dios del cambio de rumbo que tomó la vida de Jesús y una experiencia singular en los discípulos que será entendida a la luz de la resurrección.

Con anterioridad al evangelio de este domingo (Marcos 9,2-10), Jesús habla a sus discípulos, por primera vez y con claridad, de cruz, muerte, pasión y resurrección… Del camino doloroso del Mesías: “El Hijo del  Hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día” (Mc 8,31) Estas palabras no son entendidas por Pedro y reacciona llevándose a parte a Jesús e increpándole. Jesús contesta con fuerza a Pedro a quien le invitará a “pensar como Dios y no como los hombres”. Seguidamente Jesús comunica a sus íntimos que éste también es el camino del discípulo y les hablará de negarse a sí mismo, de donación y no posesión y de testimoniar con valentía la fe.

Las severas palabras de Jesús sobre el camino doloroso del Mesías y del discípulo resultan desconcertantes, provocan abatimiento, desilusión e incomprensión del nuevo rumbo que toma Jesús. Necesitan rehacerse, recobrar fuerzas y coraje… a ello se orienta la transfiguración sobre el monte y cómo a tres discípulos se les otorga el privilegio de una experiencia que es iluminación y aliento. (Referencia a Éxodo 24, 9-16)

El misterio de la persona de Jesús se desvela por medio de una “teofanía” (manifestación de Dios) Es Jesús el Mesías esperado que colma todas las promesas y esperanzas. La Ley y las profecías encuentran en Jesús su cumplimiento. El color deslumbrante blanco habla de su Gloria. Y el propio Dios confirma y culmina la revelación: es su Hijo amado, a quien hay que “escuchar” (Referencia a Deuteronomio 18,15)

Más allá de la cruz esta la luz de la resurrección. Pedro quiere inmortalizar el momento pero se trata de un pequeño anticipo, hay que proseguir el camino a Jerusalén, pero ahora con un nuevo rumbo interior de confianza en el testimonio de Jesús…. Otra cosa muy distinta es que ellos, bajando del monte, hubieran entendido lo ocurrido, comprendieran que era resucitar de entre los muertos, aceptaran la muerte de Jesús o entendieran que la meta del Maestro era su meta.

Reflexión: “Escuchadlo” son las palabras con las que Marcos nos presenta la afirmación de que Jesús es necesidad para el discípulo. “Escuchadlo” aun cuando las palabras suenen a cruz y sufrimiento. Aun cuando no comprendamos el cambio de rumbo que toma el Maestro. “Escuchadlo” porque el acontecimiento de Jesús en tu vida puede transfigurarlo todo sin necesidad de echar mano a efectos especiales.

Pienso que todos hemos sentido la presencia luminosa del Señor y que todos hemos tenido experiencia personal de transfiguración… Y pienso, por qué no, que algunos, muchos… hemos bajado del monte sin comprender “ni papa”. Igual es cuestión de ponernos en sus manos y dejarnos hacer por Él.

Caminar, ir a Jerusalén, bajar del monte…. Entiéndelo como ir a la vida de cada uno (realidad) con la experiencia vivida de Jesús-Dios presente en medio de nosotros (transfiguración)

No hay comentarios:

Publicar un comentario