Dicen que “nada hay nuevo bajo el sol”, (esta expresión ya aparece en el libro del Eclesiastés 1,9) pero la impresión que tengo es que nos cansamos y nos aburrimos pronto de lo que poseemos tanto material como espiritualmente porque no lo alimentamos. Por ello en el ADN de algunos seres humanos hallamos una especie de aspiración para buscar lo que supuestamente es nuevo o lo que entraña como característica principal la novedad. Se corre por aquello que acaba de aparecer, de formarse o de fabricarse. Incluso a lo que se oye o se ve por primera vez se le otorga el título de novedad y puede que no sea tal ya que, en muchas ocasiones, lo que nos parece novedoso tiene un precedente.
Sea como fuere, contemplo en las lecturas de este domingo sexto del tiempo de Pascua (ciclo c) una ayuda para afrontar y situarnos ante la novedad de la extensión del evangelio al mundo pagano y la novedad de la acción del Espíritu.
En la primera lectura (Hechos de los Apóstoles 15,1-2.22-29) se plantea un problema de fondo que no es baladí. La gran pregunta que está detrás de la petición de la “circuncisión conforme a la tradición de Moisés” de los convertidos paganos, no es algo accidental o secundario, no es una simple normativa o puras costumbres… El tema capital que se expone es creer si la salvación se obtiene a través de la circuncisión, o de la ley judía o exclusivamente por Cristo. Dicho de otro modo: ¿Es Jesús el único Señor y salvador o hace falta otra cosa, además de Él, para llegar a Dios y ser sus hijos?
La respuesta de los apóstoles y presbíteros, movidos por el Espíritu, ante la controversia planteada es “no imponer más cargas que las indispensables” Los apóstoles abren definitivamente la puerta a los gentiles por obra del Espíritu Santo y avalada por Él.
Dos formas distintas de entender la fe en Jesús se hacen patentes en este texto; por un lado los cristianos de origen judío (llamados judaizantes) pertenecientes a comunidades de Palestina, en concreto la de Jerusalén, que conservan las prácticas tradicionales y por otro lado Pablo y Bernabé que consideran que estas prácticas ponen en peligro el núcleo de la salvación. Además ellos (Pablo y Bernabé) han experimentado cómo el Espíritu actúa entre los gentiles sin necesidad de estas prácticas judías.
En el evangelio (Juan 14,23-29) se nos presenta al Espíritu Santo como maestro. “El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”
En la historia de la salvación existen dos fases: la de Jesús y la de la Iglesia, entre ellas hay una diferencia clara que se expresa mediante la partícula adversativa “pero el Defensor, el Espíritu Santo…” Se apunta, por tanto, hacia una novedad en el campo de la enseñanza que sugiere que la revelación aún no ha terminado, que espera y camina hacia un complemento que será suministrado por el Espíritu. Esta novedad no consistirá en decir cosas nuevas, sino en enseñar y recordar todo lo que dijo el Señor. Es decir la enseñanza nueva del Espíritu será sobre la base de lo dicho y hecho por Jesús.
Termina el texto evangélico de despedida de Jesús regalando la paz a sus discípulos. La paz bíblica que no se trata solamente de una serenidad interior, ni de las condiciones de vida que nos procura la prosperidad. Menos aún de la paz simplemente política…“La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo” La paz regalada por Jesús es su gracia aceptada por la fe, es decir la bondad misericordiosa de Dios de la que participa el ser humano.
Reflexión: Es sorprenderte comprobar como la novedad radical del cristianismo no fue percibida por todos desde el principio y que existieron diversas formas de vivir y entender la fe en Jesús, incluso, a veces contrapuestas. “Nada hay nuevo bajo el sol” porque se repite en nuestra Iglesia actual de muchas formas y maneras.
Aún hoy seguimos sin escuchar que no podemos imponer más cargas que las indispensables a los hermanos. Y no es que pretenda un seguimiento del Maestro descafeinado o “ligh”… pero tampoco ser más papistas que el Papa. Las cualidades esenciales que dan sustancia a nuestro seguimiento en la fe las marcó la vida de Jesús y sus palabras, hacia ellas nos empuja la acción del Espíritu como empujó a las primeras comunidades cristianas y a los discípulos. Seguir viviendo de tradiciones, costumbres, normas del pasado que no dan Vida y querer imponerlas como el único camino para la salvación, es como pretender que nos circuncidemos todos.
Deja al Espíritu que actúe como maestro de la nueva etapa de la salvación y no le robes su protagonismo. Alimenta la fe que posees y no corras tras supuestas novedades. “Que no tiemble tu corazón, que no se acobarde”
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