martes, 3 de mayo de 2022

RECHAZO Y/O ACEPTACIÓN

 

Distinguimos la verdad de la falsedad, no por las palabras magnificas y grandilocuentes que envuelven a una persona, sino principalmente por sus obras. Las obras se convierten en testimonio, ellas hablan de ti y de mí. Si nuestras obras son de bondad sincera tendremos muchas posibilidades de ser aceptados, pero si nuestras obras no se corresponden con nuestras palabras el rechazo es inminente. Pero esta máxima, en la realidad del día a día, no es matemática, hay ocasiones que aunque hagas el “pino con las orejas” ya el rechazo o la aceptación lo tienes de antemano porque no se miran las obras, ni siquiera las palabras… sino otros intereses más personales y ocultos, o simplemente por ideas preconcebidas.

En las lecturas de este domingo cuarto del tiempo de Pascua (ciclo c) conocido como “Domingo del Buen Pastor”  tengo que reconocer que quienes juzgan a Jesús, a Pablo y a Bernabé tienen ya prefijado el rechazo, aunque éstos hayan pronunciado palabras cargadas de verdad y certificadas con sus obras. El rechazo del mensaje del evangelizador es una posibilidad que no podemos obviar, al igual que la aceptación… Depende siempre del terreno donde cae el grano de trigo.

En la primera lectura (Hechos de los Apóstoles 13,14.43-52) se nos sitúa a Pablo y Bernabé que se dirigen hasta Antioquia de Pisidia. Allí predican el evangelio a la comunidad judía y ésta rechaza la predicación de los misioneros (“Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo… provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio”)

Este rechazo le sirve de ocasión a Pablo para comenzar la actividad misionera dedicándose preferentemente a los paganos («Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles») Este giro nuevo de apertura del evangelio al mundo pagano está presidido por la alegría y el Espíritu Santo.

Si en Antioquia es rechazada la Buen Noticia que presenta Pablo y Bernabé, en el mundo de los gentiles es aceptado el mismo anuncio (“Los gentiles se alegraron y alababan la palabra del Señor”) Pablo y Bernabé se marcharon obligados, pero no cesan en su actividad porque no se trata de una obra suya sino acción del Espíritu Santo que los llena de alegría y fuerza.

El evangelio de este domingo (Juan 10,27-30) parte de una pregunta anterior: “¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si eres tú el Mesías dínoslo francamente” (Juan 10,24) A esta pregunta, tan capciosa como directa, Jesús contesta de forma equivalente, remitiéndose al testimonio de sus obras. Las obras realizadas por el Maestro son sus credenciales.

Igualmente recuerda a sus interlocutores que sólo le pueden aceptar como salvación y vida aquellos que le pertenecen: SUS OVEJAS. Es decir: los que escuchan su voz, los que están abiertos al plan de Dios sin condicionarlo desde los propios prejuicios y seguridades, los que le siguen… Estos, aunque sean rechazados por el mundo serán aceptados por Jesús y el Padre que son uno: “no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano”

Reflexión: Andamos entre dos aguas cuando el mensaje de Jesús que proponemos es rechazado: o bien reinventarnos al estilo de los misioneros Pablo y Bernabé o bien caer en la desesperación, desilusión y tristeza. Cuando tienes claro que la acción misionera no es obra tuya, sino del Espíritu y cuando no te predicas a ti sino al Resucitado optarás por reinventarte.

El evangelio nos ofrece el modelo que debe existir de relación entre la comunidad en la que vivimos la fe y el Señor, que como pastor apacienta. Ante todo el discípulo debe escuchar a Jesús, sentir que Él nos conoce y por lo tanto hay mutua comprensión y aceptación; y seguirle como forma de vida del discípulo que confía en Él, lo deja todo por Él e identifica su vida con la del pastor, así como el pastor identifica la suya con las de aquellos a los que pastorea.

Entre Jesús y tú no puede existir una relación como la que tiene el aprendiz de un oficio con su maestro, que se reduce a imitar costumbres y normas, sino que debe surgir una adhesión a su persona que funde tu vida con la de Él y te lanza a trabajar por su proyecto de salvación, anunciando el amor misericordioso de Dios que palpita en los Evangelios.

Si en este anuncio eres rechazado, no te encierres en la ausencia del aplauso del mundo, sino más bien, levanta la cabeza, ponte en pie e inicia de nuevo tu anuncio, sabiendo que eres oveja de su rebaño y formas parte de su pueblo. Que Él es tu Pastor y te da vida eterna.

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