1 de enero 2023: María, Madre de Dios
Seguro que, a estas alturas de la película, distinguimos la palabra “ACTITUD” escrita con “C” de la palabra “APTITUD” escrita con “P”. Una sola letra crea la diferencia. Mientras que actitud hace referencia a la personalidad, al temperamento que muestra una persona ante una situación, a la postura que adopta en cada momento… La aptitud, en cambio, se centra en el talento natural, la destreza o las habilidades específicas que cada individuo tiene o desarrolla.
La celebración de este día primero del mes de enero coincide con el primer domingo después de la Natividad de Jesús. Celebramos Santa María, Madre de Dios (ciclo a) En los textos que nos presenta la liturgia, en este 1 de enero, podemos descubrir diversas actitudes que adoptan aquellos que contemplan la señal anunciada por el ángel: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
El evangelio (Lucas 2,16-21) como puedes observar es la continuación del proclamado en la Eucaristía de Nochebuena. Si recuerdas, el ángel da una señal a los pastores que no contiene signos espectaculares, ni irrupciones gloriosas del Mesías. Dios se manifiesta en un hombre como todos, en un niño desvalido al que sus padres tienen que recostar en un pesebre de una cuadra porque no encuentran otro alojamiento. Dios se hace cercano, presente en lo cotidiano, en lo simple y vulgar de la vida. Y esta es la paradoja y la novedad que celebramos en Navidad.
Los pastores, motivados y animados por el anuncio del ángel, se ponen inmediatamente en camino con la intención de comprobar con sus propios ojos lo que el ángel acababa de anunciar. (“Los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre”)
El evangelista Lucas nos narra, en estos versículos, la actitud de los pastores. Para ello utiliza diversas expresiones: "fueron corriendo", "comunican lo sucedido", "glorifican y alaban a Dios por lo que han visto y oído"… Es decir: escuchan el anuncio, se ponen en camino, comprueban, creen, gozan, alaban y anuncian. ¿Te parece poco?
Junto a Jesús, acostado en el pesebre, nos dice Lucas, se encuentra María y José. Los pastores cuentan lo que se les había anunciado sobre ese niño y aquellos que escuchan sus palabras se admiran. Mientras María, la madre, “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. María practica “zen” porque mantiene su mente abierta y tiene la actitud de aceptación ante los acontecimientos que vive. Bien sabe Ella, por lo ya experimentado, que no se va a ahorrar situaciones difíciles y dolorosas, pero comienza a mirar los acontecimientos desde otra perspectiva. Una vez más, como el día de la anunciación, Ella escucha a Dios, ahora por boca de los pastores, en los acontecimientos y guarda en la profundidad de su fe todo lo que está viviendo.
La actitud de María como madre-mujer creyente, que ha iniciado un camino de profundidad, le hace estar atenta y meditar en su interior lo que sucede y lo que se dice de Jesús en su entorno. María, desde este recordar, meditar, profundizar, revivir o hacer memoria, se convierte para ti y para mí, para todos los cristianos, en modelo de fe.
Reflexión: Quien se ha acercado hasta el portal de Belén ha podido contemplar, como nos narra la segunda lectura (Gálatas 4,4-7) que “nacido de una mujer envió Dios a su Hijo… para que recibiéramos la adopción filial”. Así que, desde el minuto uno, no somos esclavos sino hijos con derecho a herencia. Gracias a Jesús, tú y yo, podemos llamar a Dios «¡“Abba”, Padre!»
La paternidad divina, obtenida gracias al nacimiento de Jesús de Nazaret, rostro humano de Dios, es el misterio y el gran regalo recibido. Este ser "hijos en el Hijo" debe generar en nosotros actitudes nuevas, como aconteció en los pastores y María; actitudes que nos lleven a vivir nuestra fe desde un prisma de vida y no de muerte, de luz y no de oscuridad, de gozo y no de tristeza.
Muchas son las enseñanzas y actitudes que podemos hacer vida en nosotros en este primer día del año. De los pastores aprendemos a escuchar, a ponernos en camino y anunciar con prontitud y alegría lo que hemos visto y oído. De María podemos imitar su ejemplo de fe y confianza, su meditación y profundidad para leer los acontecimientos, sobre todo aquellos claroscuros.
Hoy, la iglesia celebra el “Día mundial de la paz”. Jornada en la que se nos invita a vivir la paz (shalom) como armonía con Dios, con los herman@s y con la creación. Paz como consecuencia de la justicia, libertad y el amor. Paz como don de Dios que se inaugura con el nacimiento del Mesías y que tenemos que acrecentar todos y cada uno desde nuestro sentido de responsabilidad. Paz que nace del respeto de la dignidad humana y de la cultura de la fraternidad. Paz que puedes hacer realidad si, cada amanecer, al bendecir a tu hermano le ofreces la protección, la luz, el favor y el rostro de Dios.
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