La celebración de este domingo 25 de diciembre (ciclo a) coincide con la solemnidad de la Natividad del Señor. Podrás descubrir que, según la Eucaristía en la que participes, la liturgia te propone unas lecturas u otras. Son cuatro Misas las que se celebran remarcando así lo que se vive (Misa de Vísperas de Navidad, Misa de Nochebuena, Misa de la Aurora y Misa del día de Navidad) y en todas se presenta el misterio del nacimiento de Jesús desde ángulos diferentes y utilizando textos bíblicos distintos”.
Yo he optado por presentaros la reflexión a las lecturas de la Misa de Nochebuena, conocida como “Misa del Gallo”, pero no dejes de interiorizar las otras lecturas porque tienen su jugo y su miga.
Me encanta la sencillez y simplicidad de los mapas de un tesoro que se nos propone en los dibujos animados, principalmente en los mapas de los piratas. Señalan el camino para encontrarlo con una línea discontinua y el lugar del tesoro con una “X”. Pero por si acaso te pierdes, al lado de la “X” te dibujan un cofre abierto con monedas de oro. No hay más comeduras de tarro. Simple y claro. Eso sí, hay que ponerse en camino y buscarlo.
En estas lecturas, de la Eucaristía de Nochebuena, podrás descubrir cuál es el mapa de nuestro tesoro, cuál es la señal para descubrirlo y cuál es la actitud con la que debes emprender esta búsqueda. Todo un reto.
La primera lectura (Isaías 9,1-6) nos da las primeras señales en esta particular “búsqueda del tesoro del cristiano”. Se nos expresa la esperanza de que una situación de guerra, opresión y hambre se modifique radicalmente a partir del momento en que un personaje histórico y concreto, heredero real, ascienda al trono: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, lleva a hombros el principado, y su nombre es: maravilla de consejero, Dios fuerte, Padre y príncipe de la paz”
Ese personaje extraordinario que trae la
esperanza al mundo, íntimamente ligado a Dios, que es fuente de alegría para
todos, que convierte la noche en luz y que su presencia es paz sin límites… lo
señalará y aplicara San Lucas a Jesús. A quien se le atribuirán los títulos de
Salvador y Cristo Señor. Títulos, por otra parte, que son fruto de la fe en la
resurrección de Jesús.
Si te adentras en el evangelio (Lucas 2,1-14) puedes observar miles de detalles. Por ejemplo que el anuncio del tesoro del Mesías está destinado explícitamente y en primer lugar a los pastores: personas que, en aquel tiempo, eran marginadas social y religiosamente. Igualmente puedes descubrir que el poder del Salvador muestra un camino nuevo, no ligado al poder humano, ni a la riqueza ni a lo espectacular. También puedes contemplar que la señal para encontrar al Mesías (la “X” del mapa) es una señal tan cotidiana y normal, tan sencilla y pequeña, que no está al alcance de los que buscan acontecimientos extraordinarios y exclusivos. “Aquí tenéis la señal, encontrareis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”
“Os anuncio una buena Noticia, que será la gran alegría para todo el pueblo, hoy os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor.” La Buena Noticia del nacimiento de Jesús va a depender de la mirada de quien lo contempla. Algunos podrán mirar sin descubrir nada y otros si la verán porque su mente y su corazón están abiertos a la capacidad de asombro de un Dios cercano, sencillo que forma parte de nuestra historia.
Reflexión: Belén se convierte en una escuela. Volver a Belén continuamente, en nuestra vida de discípulos y no en unos días concretos del calendario, es una necesidad para comprender, mirar y sentir la bondad de Dios para contigo y conmigo.
No es difícil encontrar al Niño la noche de Navidad. Lo difícil es continuar el encuentro, convertirlo en el punto de referencia donde se oriente nuestra existencia. Lo difícil es dejarle que acampe entre nosotros cada día, acogerlo, aceptarlo como eje y motor de nuestra vida. Lo difícil es encontrar al Maestro, que ya no está en Belén, sino en nuestro mundo de inteligencia artificial, de ordenadores, de murallas que separan y olvidan, de seres humanos descartados, de desigualdades, de conflictos y guerras… Por eso hay que seguir buscándolo. No podemos perder la vocación de exploradores porque tenemos la misma señal: “Encontrareis un niño”
Amig@s la Navidad viene a nuestras vidas como noticia de gozo, también como encrucijada y como tiempo propicio para tomar decisiones. Nuestra actitud es la de los pastores que buscan y se ponen en camino, que cuentan y anuncian lo que han visto y oído, que se levantan y exploran… Sólo después de encontrar un tesoro podemos disfrutar de él… Eso sí, tiene su riesgo: hay que exponerse, arriesgarse, mancharse y acercarnos a los lugares donde el Niño en silencio está envuelto en pañales y en un pesebre.
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