martes, 23 de mayo de 2023

LA ERÓTICA DE LA GRATUIDAD

 Domingo de Pentecostés

No me digas que no tiene poder de atracción lo que es gratis. Pasas por delante de las taquillas del teatro Buero Vallejo, te dicen que hay un concierto gratuito y no miras más: entras, te pones en la fila y recoges dos entradas que regalan sin cargo ni coste. Luego te informas de la persona que viene a ofrecer el concierto y te das cuenta que no lo conoces, ni has escuchado nada de él, pero es gratis y ese hecho te atrae poderosamente. Y como te gusta comunicar la suerte que has tenido, de poseer dos entradas gratuitas, informas a tus amistades para que acudan ellos también a las taquillas, siendo la única razón que no les van a cobrar, ¡que se las regalan!

Lo gratuito tiene su poder y su erotismo. Tiene una atracción muy intensa semejante a lo que se siente hacia el poder, el dinero, la fama… Pues bien, en este Domingo de Pentecostés (ciclo a) los cristianos conmemoramos que se nos dona, sin coste alguno para nuestro bolsillo, al Espíritu Santo, como fuego interior que nos pone en movimiento para la misión a la que somos enviados.

La primera lectura (Hechos de los Apóstoles 2,1-21) nos relata cómo los discípulos de Jesús, estando reunidos, temerosos y sin saber qué hacer, el día de Pentecostés reciben el don del Espíritu que les llevará a proclamar la buena nueva a todos aquellos que se encontraban en la ciudad. La comunidad de los discípulos es presentada como el nuevo pueblo de Dios, lleno del Espíritu, que da testimonio de Jesús, el Mesías. De ahí que Pentecostés sea también la fiesta del nacimiento de la Iglesia.

No te detengas en la escenografía que nos presenta San Lucas (viento, lenguas de fuego, ruido…) porque sencillamente recuerda a las teofanías o manifestaciones de Dios muy propias del lenguaje del Antiguo Testamento. Extrae la esencia del texto que es que estás en una nueva época y definitiva de la salvación, donde el protagonista es el Espíritu Santo, el cual lo puedes entender como: la fuerza y presencia activa del Señor que obra la salvación de los hombres.

Este Espíritu va a ser entregado gratuitamente a los discípulos y los constituirá en “testigos” ante todos los pueblos. No hay fronteras para la salvación, todos están llamados a ella, es universal. El nuevo pueblo de Dios se hace misionero al recibir el don del Espíritu y así nace la Iglesia: anunciando a Jesús y su salvación. “Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse”

El evangelio (Juan 20,19-23) nos muestra plásticamente cómo, después de ser enviados los discípulos y de transmitirles su propia misión, Jesús Resucitado regaló su fuerza: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos»

La primera comunidad está preparada para salir, evangelizar y dar vida porque el Espíritu Santo les pone en movimiento para extender el proyecto de Dios, con un lenguaje que llega a todos y que les hace ser capaces de entenderse en medio de la diversidad. La Iglesia es comunidad y comunión semejante al cuerpo humano que aunque tiene muchos miembros es uno solo, como bien nos dice la segunda lectura (1Corintios 12,3b-7.12-13)

Reflexión: Si has experimentado al Resucitado no tiene sentido que vivas con las puertas cerradas, a oscuras, lleno de miedo y temeroso. Seguir aferrado a lo viejo, después de haber recibido el “soplo del Espíritu”, es no haber entendido Pentecostés. Tú y yo, necesitamos el don gratuito del Espíritu para poder dar testimonio. Si te dejas invadir por el Espíritu descubrirás que la fuente de tu misión es el amor del Padre y sentirás una pasión por ella que, comenzando por la misericordia, te hará salir de ti mismo y vivir para los demás.

Si nuestras comunidades, donde vivimos la fe, están ocultas y no transmiten el mensaje de Jesús, si se pierden en la tristeza o en la muerte del inmovilismo y no se abren a la acogida, al perdón, a la alegría y a la paz… difícilmente serán portadoras de la vida que nos ofrece el Espíritu. Sólo la comunidad cristiana que se constituye y nace alrededor de Jesús vivo y presente, crucificado y resucitado, recibe del Maestro el Espíritu para poder continuar su misma misión: liberar, perdonar, dar vida…

No hay excusas para la misión. Puede que te sientas humanamente no preparado o que no das la talla o sin experiencia ni formación... sin embargo, el Señor te escoge, eres elegido para proseguir lo que Él ha iniciado, para asumir su reto. Si has descubierto que, sin mérito tuyo, posees gratuitamente la fuerza del Espíritu, déjate llevar por su atracción y comunica lo que has recibido gratis. Por cierto, no seas tacaño con lo que has recibido gratis, no lo des con cuenta gotas sino a chaparrón. La erótica de lo “free”, que dirían los de la lengua de Shakespeare, tiene hoy, más que nunca, atractivo poder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario