martes, 24 de octubre de 2023

LEYES, LEYES Y MÁS LEYES PARA FRIKIS

 

Tiempo Ordinario. Domingo XXX

No me digas que conoces los 1.976 artículos que componen el Código Civil de España, o los 173 artículos de los que está compuesto el Reglamento General de Circulación, o los 169 artículos que forman la Constitución Española del 6 de diciembre de 1978. ¿Conoces la nueva Ley de la vivienda que entró en vigor el 26 de mayo de 2023? ¿Sabes lo que ésta Ley regula y cómo funciona?… Me parece que tú eres como yo, conocemos que existen leyes pero no las sabemos. Y, sin embargo, eres ciudadano español, tienes una casa y conduces un  vehículo.

Y si miras a la Iglesia, tampoco nos quedamos cortos. El Código de Derecho Canónico vigente es del 25 de enero de 1983, fue promulgado por Juan Pablo II, entró en vigor el 27 de noviembre y consta de 1.752 cánones. ¿Conoces el Catecismo de la Iglesia Católica, que fue aprobado el 25 de junio de 1992, cuántas partes lo componen y de qué trata? A esto súmale los mandamientos de la Ley de Dios, los mandamientos de la Iglesia, las ocho bienaventuranzas… En fin, y eres cristiano bautizado y vives la fe. ¡Ya me contarás como lo haces! (frase de contenido irónico jajaja)

En este domingo XXX del Tiempo Ordinario (ciclo a) la Palabra de Dios nos sitúa en Israel que tenía multitud de leyes y preceptos. Este legalismo, como todos, era una gigantesca telaraña. No había aspecto de la vida que escapara al yugo de alguna concreta tradición o norma. Existían 613 mandamientos (365 prohibiciones y 248 prescripciones) que los fariseos habían logrado codificar y jerarquizar por orden de importancia. Lógicamente esta lista de preceptos estaba sólo al alcance de los estudiosos de la Ley y de los “frikis”, el pueblo sencillo no podía cumplir un sistema tan complejo de leyes, básicamente porque no las conocía. Por ello, siempre estaban fuera de la Ley y en impureza.

El amor al prójimo no tenía gran relevancia entre estas normas, ya que, los preceptos insistían en tres grandes capítulos: el sábado, la pureza ritual y los diezmos. Jesús será quien ponga en el centro y núcleo de todos los mandamientos el amor, que supera todo legalismo, un mandamiento inseparable: amor a Dios y al prójimo.

En el evangelio (Mateo 22,34-40) el Maestro más que simplificar y sintetizar los preceptos existentes, que también hacía falta, va al núcleo y pone a la persona cara a cara ante Dios y el prójimo. Que los dos mandamientos (“amar a Dios y amar al prójimo”) son inseparables queda confirmado en la última frase del texto evangélico: «Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.» Es decir, la base de todo lo que Dios ha manifestado y revelado y todo lo que Dios nos pide es este amor inseparable.

La respuesta de Jesús, ante la pregunta de los fariseos: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» es también respuesta para nosotros, ya que ésta sigue siendo la misma: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser" Esta fórmula, extraída del Deuteronomio, apunta a la opción fundamental y verdaderamente importante que el creyente de hoy tiene que tener: amar sin resquicio.

Pero Jesús no se queda en una generalización y abstracción. Y para que los fariseos de entonces y los cristianos de hoy no nos andemos por las ramas, nos dice cómo amar a Dios: «El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Une radicalmente el amor a Dios y el amor al prójimo y nos ofrece un criterio claro de discernimiento

Reflexión: “Ama como te amas a ti mismo”. En estas pocas palabras ha concretado Jesús la medida del amor sin medida. Hay que amar con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Hay que poner todo el empeño en amar. Y la medida es amar al otro como te amas a ti mismo. Esta forma de amar romperá todo egoísmo, ya que, se te pide la capacidad de dar al prójimo lo que has recibido de Dios.

Quien vive así es realmente un sabio, porque en un mundo de desigualdades, tiene la  capacidad de la sabiduría para compaginar la igualdad afectiva. Ya no es primero yo y los míos, sino que hace a todos los otros iguales así mismo.

Jesús no se anda con tonterías, ni es un “friki” de mandamientos, leyes, prohibiciones y preceptos. La gloria de Dios no está en el cumplimiento del sábado, ni en pagar los diezmos, ni en cumplir milimétricamente cada uno de los preceptos que ni siquiera nos sabemos… sino en amar. Amar como eres amado por Dios, con la misma calidad de amor como Él nos ama, “que envío a su propio Hijo para nuestra salvación”.

Sí amig@, no hace falta que me lo digas, el listón está en todo lo alto, pero has de tener la profunda convicción de que Dios no nos mandaría amar de esta manera si fuera imposible llegar a ello. Nuestro referente, influencer y espejo donde mirarnos es el mismo Jesús, que  es el rostro de Dios en el mundo. Quien nos reveló el único mandamiento que conocemos (Juan 13,34) y quien nos enseñó las actitudes de humildad y servicio para poderlo llevar a buen término.

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