lunes, 14 de octubre de 2019

POR EL BAUTISMO TODOS SOMOS MISIONEROS. NECESITAMOS ENCONTRARNOS CON EL MAESTRO



En la carta pastoral de nuestro obispo diocesano, Dº Atilano Rodríguez Martínez, que lleva por título: “Bautizados en el Espíritu para la misión”, en la PARTE III: Concreciones para la vida espiritual y pastoral, Dº Atilano nos invita a todos los bautizados a: “colaborar con el Señor de forma generosa, en la renovación de la fe de los bautizados y en la invitación a la fe a quienes no han tenido la dicha de conocerle”. Todo cristiano bautizado tiene que ser “otro cristo” en medio del mundo

Por lo tanto, como bautizados, tanto sacerdotes, como religiosos y laicos, tenemos que dar “respuesta a la realidad de increencia e indiferencia religiosa” que existe en nuestro entorno. Y para ello, es necesaria la “renovación espiritual de los evangelizadores, mediante la escucha de la Palabra de Dios y la conversión” de nuestro corazón al corazón del Maestro Jesús. Sin ambas actitudes “no será posible proponer el evangelio a quienes viven en las periferias

Para evangelizar en la nueva realidad social, cultural y religiosa hemos de pararnos antes a contemplar a Jesucristo, el primer evangelizador” Nos encontraremos con un Jesús que vivió con fidelidad la misión del Padre, que buscó con sus palabras y obras cumplir la voluntad de Dios y que ayudó a los hermanos a descubrir en sus vidas a un Dios amor, rico en misericordia.
Esta fidelidad a la voluntad de Dios es la que Jesús pidió a sus apóstoles y hoy nos pide a nosotros. Por eso si queremos ser misioneros, como nos exige nuestro bautismo, antes hay que ser aprendices del Señor, sentarnos a sus pies y aprender de Él para pensar y actuar como Él lo hizo.

El misionero de todos los tiempos, lógicamente también el de este siglo XXI, tiene que mantener viva la relación con Jesús “mediante la oración personal y comunitaria”. Será la oración la que nos ayudará a tener como centro de nuestro vivir al Señor, la oración nos invitará a la renovación-conversión constante y al seguimiento en fidelidad.
Todo lo expresado, dice el Obispo en su carta pastoral, “nos obliga a analizar el sentido y la orientación de nuestras prácticas religiosas, pues todos corremos el riesgo de caer en la costumbre y en la rutina

El Sínodo diocesano debe ayudarnos a revisar la autenticidad y verdad de nuestra oración, así como la participación en nuestras liturgias y celebraciones. Podemos caer en el error de pensar que tanto la oración como la participación en la liturgia son unas actividad más de nuestra vida sin darles la importancia que tienen, es decir: que son el fundamento y el centro de nuestra vida diaria y de nuestra actividad misionera.

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