jueves, 26 de noviembre de 2020

EL ADVIENTO NOS ADVIERTE CON IMPERATIVOS

 

Usamos, en la escritura y en nuestras palabras o conversaciones, la forma verbal del imperativo para hacer una sugerencia o una propuesta, para dar una orden, un mandato, para hacer una petición o un deseo o un ruego. Un verbo en imperativo siempre puede acompañarse con palabras de cortesía, como «por favor». No obstante, no hay que olvidar que en español el tono en el que se dice algo comunica casi tanto como el contenido del mismo enunciado.

A lo largo del tiempo de adviento, que iniciamos este domingo, las lecturas de los textos evangélicos, nos presentaran diversos imperativos: “mirad”, “vigilad”, “velad”, “preparad”, “allanad”…todos ellos son invitaciones y propuestas, que nos hace el evangelista, para adquirir actitudes de vigilancia y atención para no dejarnos sorprender, ni por un mal o peligro que llegue inesperadamente a nuestras vidas, ni por un bien que pase de largo y no podamos disfrutarlo.

El Adviento nos advierte que debemos estar a punto, atentos y que debemos darnos cuenta de que cada instante de nuestra vida se convierte en oportunidad para acoger el don de la presencia del Señor. Dios viene a nuestro encuentro a cada momento y en todas las situaciones de nuestra vida

El evangelio que se proclama este domingo, primero de adviento (ciclo b) Marcos 13,33-37, nos presenta una gran lección reducida al imperativo “VELAD”. Nos ofrece una pequeña parábola: el dueño de una casa que se marcha por largo tiempo, reparte las tareas y responsabilidades a los sirvientes, encargando al portero que velara, que no durmiera sino que se mantuviera despierto, que luchara contra el sueño y el adormecimiento que sobreviene, especialmente fruto del cansancio y de la llegada de la noche.

El dueño de la casa, de la parábola, es Jesús y los que hemos recibido responsabilidades, encargos, los sirvientes y el portero… somos nosotros, su pueblo, la Iglesia del presente, de la actualidad que vivimos esperando la venida salvadora del Señor y sus venidas concretas a nuestras vidas en el hoy y ahora.

A la pregunta del “¿cuándo?” Jesús responde con un lenguaje parabólico y simbólico. Desde la parábola, antes mencionada, se nos lanzan tres sentencias:

1.- Ignorancia: No sabemos el momento concreto de esa vuelta del Señor, ni de esa venida en el presente.

2.- Certeza: Creemos que vendrá porque así nos lo ha anunciado el propio Señor… y creemos y confiamos en su palabra.

3.- Vigilancia: que excluye: la impaciencia, el temor, el sueño y la relajación y que implica: lucha, esfuerzo y valor para evitar el estancamiento presente.

Reflexión: Se nos describe la misión de la comunidad cristiana en el presente, a la que escribe el evangelista Marcos, pero que se extiende a “todos” los que formamos la Iglesia, como nos señala el final del evangelio (“Lo que os digo a vosotros, os lo digo a todos”)

No es una misión fácil, se necesita aliento y estimulo. Mantenerse despierto y estar vigilante son actitudes fundamentales en las que se debe ejercitar el discípulo de Cristo.

Urge la fidelidad, el coraje y la vigilancia presente… pero con la mirada puesta en el futuro, porque Él prometió volver, aunque no preciso cuando.

El desconocimiento del día y de la hora de su venida, así como la advertencia de que vendrá inesperadamente, invita al discípulo de Cristo a permanecer siempre en espera, a estar preparado ahora y en todo momento, y a vivir en la esperanza.

El evangelio de este domingo nos pone en la tesitura de vivir dormido y descuidando el imperativo “velad” o asumiendo las responsabilidades encomendadas por el Señor, no descuidando ni abandonando nuestras tareas cotidianas pensando que el dueño tarda en llegar y que habrá tiempo para prepararse más adelante. Tú y yo debemos, en este tiempo de adviento, anhelar, esperar y prepararnos para el encuentro con Jesús en el hoy, como en el futuro. Y hacerlo con la misma intensidad con la que el profeta Isaías anhelaba que Dios se hiciese presente en medio de su pueblo, como nos indica la primera lectura (Isaías 63,16-17.19; 64,2-7)

Si como discípulo de Jesús andas mirando el reloj y despreciando los imperativos que nos advierten y nos ponen en vela… ya te digo yo, que el Señor no sabe dónde ha puesto su reloj, que el suyo no marca las horas como los nuestros y que posiblemente nadie se lo regale en este BLACK FRIDAY, ni tampoco para la noche de Reyes… Así que a otra cosa mariposa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario