viernes, 6 de noviembre de 2020

SER O NO SER…SABIOS. THAT IS THE QUESTION

 

No sé si te habrá ocurrido, alguna vez, que por pereza o comodidad o por otras similares razones no te has preparado debidamente para un acontecimiento importante… y, lógicamente, no has podido participar de él y has perdido todos los efectos beneficiosos que tenía para ti. Ya el refranero nos lo avisa: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” Es decir, deja a un lado la pereza y sé diligente. La apatía es mala consejera.

¿Quién no ha aplazado alguna vez alguna tarea? Cada uno de nosotros podría encontrar diferentes ejemplos en su propia vida: postergar el comienzo de una dieta, la revisión del coche, ir al dentista, eso que te gustaría decir a tus padres (o a tu hijo o pareja) y que nunca decimos, empezar a comer más sano, apuntarse al gimnasio o a clase de inglés… etc. Todo aquello que engrosa nuestra lista perenne de tareas pendientes es fruto de la apatía y, aunque pongamos la excusa de la falta de tiempo, el resultado es que nos damos cuenta que estas ocasiones son perdidas, hemos llegado tarde, ha pasado el tren y no hay solución.

El evangelio, de este domingo XXXII del Tiempo Ordinario (ciclo a), que lo encontramos en  Mateo 25,1-13, nos propone la parábola conocida como las diez doncellas cinco necias y cinco sensatas. Es un texto en el que el evangelista pone el énfasis no en la tardanza del novio sino en el hecho de que las doncellas, amigas de la novia, al no haber preparado sus lámparas, por ser poco previsoras, no podrán participar en la boda.

Si nos fijamos en el inicio de la parábola nos damos cuenta, que en su origen, esta parábola, no se refería a la espera de la venida del Señor, sino a la llegada del Reino, que es comparado con una celebración alegre y festiva. Y no poder participar de ella significaba perderse algo importante.

Por ello, los oyentes de Jesús, que conocen la escena descrita, comprenden, incluso mejor que nosotros, que la parábola es una llamada de atención a no perderse la oportunidad de participar en la gran fiesta del reino. Es decir, estar preparados, despertar de la apatía, llenar las alcuzas de aceite con buenas obras, podríamos traducirlo en escuchar y poner en práctica las palabras de Jesús, que bien podríamos resumir en el mandamiento del amor. Esta es la auténtica sabiduría del discípulo.

La primera lectura (Sabiduría 6,13-17) complementa al evangelio, porque frente al necio que se adormece y no es previsor, está el sensato y sabio, es decir aquel que busca, espera y camina al encuentro del Señor. Es la sabiduría que se recibe gratis, que está en ti, que sale a tu encuentro, que se halla sentada a tu puerta... Sabiduría no es conjunto de conocimientos que se poseen, sino estilo y filosofía de vida, que se hace presente en la meditación, oración, en la interiorización, en el silencio…

Reflexión: Creo que de estas lecturas se desprenden dos formas o estilos de situarse en esta vida. Una de ellas, es que por el retraso de la venida del novio (Jesús), nos adormezcamos, nos descuidemos y nos desentendamos del compromiso de ser discípulos misioneros bautizados. Con este estilo de vida no somos previsores y dejamos para más adelante nuestra misión. Y la otra es que sabiendo la certeza de la llegada del novio, esto nos impulse a poner en práctica las enseñanzas de Jesús, llenemos nuestras alcuzas de aceite (buenas obras) y estemos en actitud de coger el tren que pasa y que no volverá más.

Cristianos vigilantes o cristianos adormecidos, cristianos sabios o cristianos necios, cristianos con vida o cristianos con fe apagada, cristianos que dejan escapar todas las ocasiones de encuentro con Dios o cristianos atentos al paso del Señor por su vida…

“Ser o no ser, esa es la cuestión” (“To be, or not to be, that is the question”) es la primera frase del personaje Hamlet en la obra de teatro escrita por el dramaturgo inglés William Shakespeare, que bien te valdría hoy para preguntarte por tu fidelidad y preparación en el seguimiento de Jesús que se hace presente en tu vida: somos o no somos cristianos al estilo que nos exige el evangelio… He ahí la cuestión…

1 comentario:

  1. NOTA: La escena que describe la parábola es un rito de las bodas en tiempos de Jesús. Uno de los ritos principales era el traslado de la novia a la nueva casa de los recién casados.
    El retraso del novio se explica porque antes de ir a recoger a la novia debe acordar con los parientes de ésta los regalos que hará a la familia. Las negociaciones eran largas y tenían una función social. Los parientes de la novia se mostraban exigentes manifestando así que la familia perdía algo de gran valor al entregar a la novia a otra familia.
    Los que asistían a este trato estaban preparados para que cuando se llegara a un acuerdo se adelantaran a casa de la novia a anunciar la llegada del esposo. Mientras tanto la novia ataviada para la ocasión esperaba en su casa.
    Las amigas de la novia esperaban también con sus lámparas a la llegada del novio y así poderlos acompañar hasta la nueva casa donde tendría lugar la fiesta.

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