jueves, 14 de enero de 2021

APAGADO O FUERA DE COBERTURA

En algunas ocasiones, cuando quieres ponerte en contacto con una persona y llamas a su teléfono, una voz te dice que, este número con el que quieres contactar, está “apagado o fuera de cobertura”; es una indicación inequívoca de que aquella persona con la que deseas hablar no está en disposición de hacerlo, o bien porque ha decidido apagar el teléfono de forma voluntaria, o bien porque se ha quedado sin batería o bien porque tal vez ha entrado en una zona donde no hay la suficiente cobertura para que se produzca esa conexión… En esta ocasión únicamente queda esperar a que tu interlocutor esté en actitud de “escucha” saliendo de la zona sin cobertura o encendiendo su teléfono. Sólo en estas circunstancias podrás mantener aquella conversación que deseas.

Las lecturas que son proclamadas en la liturgia en este domingo 2º del Tiempo Ordinario (ciclo b) nos presentan a Dios que ofrece una nueva promesa: Dios que habla, Dios que muestra; Dios que nos habla y Dios que se nos muestra. Un Dios que nos llama para una misión concreta y una escucha-respuesta por nuestra parte.

Si el domingo pasado en la fiesta del Bautismo del Señor, las lecturas nos hacían una presentación de la persona de Jesús como Siervo, Mesías e Hijo de Dios, en este domingo se da un nuevo paso de meditación y se ofrece al cristiano bautizado una llamada que tiene la iniciativa en Dios (vocación), una invitación a ser discípulos misioneros de Aquel que es el Señor. Y nuestra respuesta a esa “Voz”, porque es central en nuestra vida cristiana responder a esa voz que llama para iniciar nuestra misión.

La primera lectura (1Samuel 3,3-10.19) puede ser una de aquellas lecturas más conocida del Antiguo Testamento. El marco es un lugar sagrado “donde estaba al arca de Dios” símbolo de la presencia divina. Los ojos de Elí empezaban a apagarse dándonos a entender que el pueblo pasaba por una situación de sequía, se encontraba “sin cobertura” y había olvidado a Aquel que lo había hecho salir de Egipto y guiado, por el desierto, hasta la tierra prometida. En medio de esta situación del pueblo, Dios habla y llama a Samuel, es una voz débil y confusa, pero no por culpa de Dios sino porque “aún no conocía Samuel al Señor pues no le había sido revelada la palabra del Señor”, andaba con muy mala cobertura.

La actitud de Samuel es ponerse en modo de escucha. Así se convierte este niño en modelo, para ti y para mí, de disponibilidad a la llamada de Dios. “Habla Señor que tu siervo escucha” son las palabras que pronuncia y que nos indican el deseo de Samuel de tener cobertura con Dios.

En el evangelio (Juan 1,35-42) se nos presenta la vocación de los dos primeros discípulos del Señor. La iniciativa en la conversación parte de Jesús: “¿Qué buscáis?” dando la posibilidad y ofreciendo la oportunidad de una respuesta por parte de los discípulos: “¿Dónde vives?”. La propuesta del Maestro es “Venid y veréis”…. Y así comenzó una historia personal de amor y respuesta a la llamada de Jesús que se queda grabada en los discípulos de tal manera que recuerdan que “eran las cuatro de la tarde”. Así comenzó su testimonio: “hemos encontrado al Mesías”

Reflexión: Comienzan los domingos del Tiempo Ordinario que nos irán guiando y enseñando, como si de una escuela se tratara, para formarnos en el seguimiento de Jesús y de su mensaje.

Hoy, recibimos la primera lección: si no nos ponemos en actitud de “escucha” será imposible reconocer la “voz de Dios” e imposible responder a esa voz y conocer nuestra misión. Dios nos llama a nosotros como lo hizo a Samuel y a sus discípulos. La llamada de Dios necesita una respuesta nuestra, pero para responder hay que escuchar.

Jesús invita a Juan y Andrés, les llama a que hagan la experiencia de convivir con Él. Ellos escucharon y respondieron, y vieron dónde vivía y decidieron permanecer con Él. Lo que les atrajo fue su testimonio, les impactó tanto que interiormente lo único que deseaban era quedarse a su lado. Nadie puede hacer una verdadera experiencia de Cristo y no quedar con alguna huella visible.

En este evangelio, además, se nos muestra cómo el escuchar la llamada y responder a ella lleva a tener una necesidad muy grande de trasmitir a los demás lo escuchado y vivido. El mismo Andrés no duda en llevar la buena noticia de que han encontrado al Mesías a su hermano Simón, para después presentarlo con el Señor.

El apostolado será el fruto de una actitud de escucha-respuesta a la voz de Dios que es de quien parte la iniciativa, brota como una exigencia de quien ha experimentado el amor del Señor y desea ardientemente que los demás también puedan gozar de este maravilloso encuentro.

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