La Iglesia celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos del 18 al 25 de enero de 2021, bajo el lema: “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia” (cf. Jn 15, 5-9)
Cuatro son las dimensiones que se destacan en esta semana de unidad
1.- Permanecer
en el amor de Dios es reconciliarse con uno mismo: Nuestros corazones,
cuerpos y mentes, lejos de ser uno, a menudo se encuentran dispersos e
impulsados hacia diferentes direcciones. El cristiano desea ser uno en sí mismo
y estar unidos a Cristo. Jesús nos dice «Permanece en mí como yo permanezco en
ti» (Jn 15, 4a). Una vida íntegra presupone un camino de auto aceptación y de
reconciliación con nuestras historias personales y heredadas.
2.- De
permanecer en Cristo a dar frutos: «La gloria de mi Padre se manifiesta en
que produzcáis fruto en abundancia» (Jn 15, 8). No podemos dar frutos por
nuestra cuenta. No podemos dar frutos separados de la vid. Lo que produce
frutos es la savia, la vida de Jesús que fluye en nosotros. Permanecer en el
amor de Jesús, seguir siendo un sarmiento de la vid, es lo que permite que tu
vida fluya en nosotros.
3.- Permaneciendo
en Cristo, la fuente de todo amor, el fruto de la comunión crece: Las
divisiones entre cristianos, que nos alejan a unos de otros, son un escándalo
porque también nos alejan de Dios. Muchos cristianos, conmovidos por esta
situación, oran fervientemente a Dios por la restauración de esa unidad por la
que Jesús oró. La oración de Cristo por la unidad es una invitación a retornar
a él y a acercarnos unos a otros, regocijándonos en la riqueza de nuestra
diversidad.
4.- Permaneciendo en Cristo, el fruto de la solidaridad y del testimonio crece: Aunque nosotros, como cristianos, permanecemos en el amor de Cristo, también vivimos en una creación que gime mientras espera ser liberada (cf. Rom 8). Atestiguamos que en el mundo existe el mal del sufrimiento y del conflicto. A través de la solidaridad con los que sufren, permitimos que el amor de Cristo fluya a través de nosotros. El misterio pascual da fruto en nosotros cuando ofrecemos amor a nuestros hermanos y hermanas, y así alimentamos la esperanza en el mundo.
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