Entre las miles de enseñanzas y lecciones que nos está dejando este tiempo de pandemia, para mí, una de ellas es que no se vence una epidemia ni se elimina un virus con sólo palabras, sino que las acciones y obras que acompañan a esas palabras hacen posible avanzar en el camino de erradicar esta situación dolorosa en la que nos encontramos. Por ello, no puedes denunciar la actitud de algunos jóvenes que realizan fiestas ilegales y después no cumplir con las medidas sanitarias básicas que se nos piden realizar. No puedes ser tú, desde tu cargo institucional, quien imponga unas leyes y normas a los ciudadanos de obligado cumplimiento y después ser el primero que se las salta, no las cumple y crea objeciones a capricho o guiados del interés político… El termómetro de lo que surge de tus labios mide también la capacidad de obrar en consecuencia con lo dicho.
En el nivel espiritual nuestro termómetro de profetas, transmisores de la fe, mide no solo nuestras palabras pronunciadas, sino también el nivel de testimonio de esa fe que transmitimos con nuestras obras. Este es uno de los aspectos desde donde se podría meditar las lecturas de este domingo 4º del Tiempo Ordinario (ciclo b) aunque no es el único
En la primera lectura (Deuteronomio 18,15-20) se pone en guardia al pueblo frente a cualquier tipo de advino o falso profeta. Y se anuncian las claves para conocer a aquel que es, por gracia de Dios, enviado a transmitir las palabras del Señor. El suscitado por Dios como profeta para que sea verdaderamente tal debe seguir las huellas de Moisés, poniendo de relieve la función de ser mediador entre Dios y el pueblo. Pero se distinguirá como verdadero y auténtico por su fidelidad a la palabra de Dios.
En el evangelio (Marcos 1,21-28) nos encontramos a Jesús rodeado de sus discípulos, en la sinagoga de Cafarnaúm y en sábado. La enseñanza que el Maestro de Nazaret había trasmitido en versículos anteriores sobre la presencia del Reino de Dios en medio del pueblo, ahora la refrenda con una acción (milagro) de liberación, que es signo de que por Él y en Él se abre el camino de la soberanía de Dios, compasivo y salvador, en el mundo.
La enseñanza de Jesús unida indisolublemente a su acción lleva la marca de la autoridad; es decir, el poder de quien, anunciando la llegada del Reino, la hace realidad. La curación de un hombre poseído fue la acción que confirmaba su palabra… esta forma de obrar convierte a Jesús en un interrogante para los hombres, no sólo “quedan asombrados de su enseñanza”, sino que quienes contemplan su acción se preguntan “¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo” El milagro que realiza Jesús sirve para ejemplarizar su enseñanza y, además, suscitar la fe.
Reflexión:
Como hemos podido observar, enseñar en Jesús no es simplemente hablar bien,
sino por encima de todo “hacer el bien” Hechos y palabras se conjugan deforma
armoniosa dando como consecuencia una autenticidad y autoridad que interroga a
quien está presente. El asombro que produce Jesús entre las personas que están
en la sinagoga es debido a que sus acciones corroboran sus palabras.
No solo Jesús habló de la presencia del Reino entre nosotros, de una nueva visión de Dios como Padre, de la fraternidad como la nueva forma de relacionarnos los seres humanos, de la creación como la casa de todos, de un nuevo vivir basado en la libertad, justicia y paz, de una esperanza que emana de ese Reino… sino que sus acciones eran liberadoras y ponían de manifiesto la soberanía de Dios que libera de otras soberanías que esclavizan.
En este domingo te propongo optar por el camino de la AUTENTICIDAD de obras y palabras, de tal ,manera que quien te escuche y vea se pregunte sobre su fe y se asombre, porque no eres como “letrados” o falsos profetas, sino porque muestras el camino del Reino y lo refrendas con tu testimonio. La fidelidad a las palabras de Dios tiene que ir acompañado de liberar, sanar, curar
Camino ilusionante el que tenemos por delante en nuestras vidas… pongamos el termómetro al rojo vivo. No te dejes robar la ilusión por nada ni por nadie… como dice el refranero “obras son amores y no buenas razones”
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