Finaliza el tiempo de Adviento. Hemos llenado nuestros corazones con los dones que el Señor nos ha regalado. No podemos pasar página sin el compromiso de ponernos en camino, sin la actitud de entrega generosa a los hermanos y sin ser semilla que da fruto abundante. Es la hora de ponerse en pie, levantar la cabeza y sentirnos llamados para anunciar al mundo, con nuestro testimonio, que Dios es un Dios vivo.
Guiados de la mano de María Virgen nos acercamos despacio y sin hacer ruido hasta el lugar del nacimiento del niño Dios. Ella, que no dudó de ponerse en camino y salir aprisa en ir a ayudar a Isabel cuando más la necesita, nos enseña, en este ultimo domingo de adviento que, aunque las dificultades sean muchas y el camino sea largo, no podemos dejar de ser testimonio y compromiso para los hermanos bajo falsos pretextos y escusas.
Se encendió la cuarta vela de la corona de adviento. Comprometámonos con nuestras obras y palabras porque Emmanuel, “Dios con nosotros” llega a sanar los corazones rotos y destrozados. Que la actitud de María nos enseñe a salir de nuestras comodidades y anunciar el mensaje de salvación.
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