El pasado domingo celebrábamos la fiesta de Jesús Rey del Universo. Con esta festividad concluía el año litúrgico y se nos convocaba a comenzar un nuevo tiempo de gracia y regalo de Dios que da inicio con el Tiempo de Adviento.
Nuestra esperanza reside en que Dios habita en el corazón del ser humano. Su venida a nuestras vidas en humildad, nos hace estar despiertos y vigilantes. Vivir con esperanza este primer domingo de adviento, no es estar de brazos cruzados ante los acontecimientos que nos rodean, sino esperar despiertos en todo tiempo para reconocer la presencia del Señor que camina con nosotros.
Por ello, encendíamos la primera vela de la corona de adviento. Esperemos su venida y caminemos a la luz del Señor.
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