Sagrada Familia
Una persona con capacidad para influir sobre otras es conocida, sobre todo en redes sociales, como “influencer”. Lo que en nuestra lengua vernácula sería “influyente”. Cómo me gusta poner título a las reflexiones que sean anglicismos, con lo fácil y entendible que sería, para todos, que estos títulos aparecieran en castellano parlante. Pero entiéndeme, uno no sabe ya que hacer para que te animes a leer la reflexión semanal de las lecturas bíblicas.
Las lecturas de este domingo de la Sagrada Familia (ciclo c) nos
ponen a todos mirando al matrimonio de María y José, y en la presencia del
hijo, Jesús. No nos colocan frente a ellos para examinar nuestros
comportamientos, sino “en ellos” para estimular nuestra vida,
especialmente la vida familiar. Son nuestros referentes, nuestros influencers, para hacer del hogar un
lugar de crecimiento en todos los valores, pero especialmente en el amor.
Esto no es nuevo ya que la Palabra de Dios y el cuarto mandamiento de la ley mosaica nos habla de “honrar a padres y madres”, es decir amarlos, respetarlos, estimarlos, teniendo cuidado de no causarles dolor y ser agradecidos por todo el amor que nos han dado con anterioridad a nosotros. El significado bíblico de la palabra “honra” (en hebreo kabôd) indica gloria. Honrar a Dios y a los padres, por ejemplo, implica alabar y estimarlos a través de la obediencia, el respeto, la admiración
En la primera lectura (Eclesiástico 3,2-6.12-14) se nos anuncian estas ideas anteriormente expuestas. El autor nos invita a una relación con los padres que exige honra, respeto y servicio de palabra y de obra. Yo quisiera hacer hincapié en que la honra a los padres debe durar de por vida incluso cuando ellos lleguen a la debilidad mental de la vejez: “Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza. Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor”
En el evangelio (Lucas 2,41-52) Jesús manifiesta su “ser Hijo de Dios”. Todo lo que está implicado en este título lo vamos a poder contemplar poco a poco en la vida pública de Jesús y sobre todo en su Muerte y Resurrección. Pero este ser Hijo de Dios no suprime su pertenencia a una familia humana y, como todos los niños y adolescentes de su tiempo ira adquiriendo, paulatinamente, su madurez física y espiritual: “Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lucas 2,52) Es curioso constatar cómo los relatos de la infancia, que nos han revelado en este niño al Mesías y Señor, terminan con una clara afirmación de su humanidad. Un adolescente más que va creciendo y madurando.
Se nos presenta en este relato evangélico a la familia de Jesús cumpliendo sus deberes religiosos como prescribía la ley (Ex 23, 14-17). Llama la atención, por un lado, la libertad de Jesús adolescente que intencionadamente se queda en Jerusalén, como si fuera algo lógico y normal. Por otro lado, la incomprensión de María y José de todo lo sucedido, a pesar de los distintos anuncios y revelaciones escuchadas sobre el niño. Y, finalmente, las circunstancias de la escena y cómo es encontrado a los tres días. Al igual que los discípulos que en el mismo periodo de tiempo volverán a encontrar a Jesús en la Resurrección, aunque como María y José, tardarán tiempo en comprender lo sucedido.
Reflexión: Amig@, la segunda lectura (Colosenses 3,12-21) te ofrece la fórmula perfecta, no exenta de dificultad, para poder crecer, humana y cristianamente, en familia. Todo un plan de vida: “Revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. Y por encima de todo, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta” “Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón… Sed también agradecidos… enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dando gracias de corazón”
Podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que nuestra familia es nuestro primer prójimo. Cierto que es un prójimo dado y no elegido, pero cierto también, que el hogar, con todos sus miembros que lo forman, son nuestros prójimos inmediatos, que aparecen en nuestra historia, junto a nosotros, desde el mismo instante en el que tomamos consciencia de que somos “personas”. Por lo tanto, es la familia el lugar primero donde tenemos que hacer vida el mandamiento nuevo del amor. Entre padres, hijos y hermanos tiene que crecer una comunidad viva, rica en valores, transparente y llena de confianza. El cariño entre los que formamos la familia es una experiencia tan preciosa que debe ser cuidada con delicadeza.
Pienso que en las relaciones de familia se
debe entremezclar amor, responsabilidad y honradez con libertad y respeto, ya
que se puede caer fácilmente en la tentación de querer que el otro, porque es tu
prójimo inmediato, haga tu divina voluntad y esto, ni por asomo, aparece en “the “nfluencers” de los que hoy te
hablo.
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