En esta noche santa, Dios mismo viene a iluminar nuestras oscuridades, es la gloria de Dios quien inunda la tierra. En esta noche santa nace el Príncipe de la Paz, nace la alegría en el mundo, nace nuestra salvación.
Muchas veces podemos caer en la tentación de
pensar que no hay esperanza, que la humanidad ha entrado en una noche oscura
que entristece al ser humano. Pero en un lugar insignificante, sin ruidos, sin
propaganda, ni medios de comunicación… nace la esperanza. En Nochebuena, en cualquier lugar del mundo, donde están
hombres y mujeres reunidos en nombre del Señor, nace el Mesías.
Una luz brilla y todo recobra un sentido especial, Dios se ha hecho hombre para que cada uno de nosotros vivamos en la esperanza y seamos esperanza para los demás.
Vivamos la Natividad de Jesús con la alegría de sentirnos hijos de Dios. Descubramos en el “niño envuelto en pañales y acostado en el pesebre” el amor incondicional de Dios por cada ser humano.
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