Nuestra fe, esperanza
y caridad la traducimos en confianza. Al estilo de María, proclamamos que la
voluntad de Dios se realice en nosotros. Para ello, vivamos nuestro discipulado
desde la humildad, reconociendo al Señor que llega a nuestras vidas porque para
Él no hay nada imposible. Desterremos nuestros egoísmos, prepotencias y
envidias. Convirtamos nuestro corazón para que Dios realice maravillas en medio
del mundo.
Se encendió la
segunda vela de la corona de adviento y se presentó la actitud de esta próxima
semana: CONFIEMOS. Ponemos nuestra
confianza en la acción del Espíritu Santo que está con nosotros y nos envía a
hacer crecer la esperanza.
Confiemos en el Señor y dejemos que haga maravillas en nosotros. El nos llama a nuestra vida y pide permiso para entrar en nuestro corazón.
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