El Señor cerca y viene a salvarnos. Nuestra
alegría no es pasajera ni momentánea. Es la alegría del corazón, la alegría de
sentir que Dios ha puesto su morada en nosotros. No podemos ser mudos
espectadores de la felicidad que nos trae el Salvador. Tenemos que ofrecer al
mundo el don de la alegría que nos viene dada por un Dios misericordioso, que
se hace niño y comparte nuestra existencia.
¡Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca! Las lecturas de este domingo nos anuncian la presencia salvadora de Jesús y la necesidad de la conversión mediante obras que promuevan la fraternidad, el compartir, y la justicia social.
Se nos propone, por medio de Juan Bautista, vivir la honestidad y la solidaridad. “Repartir, no exigir más de lo establecido, no hacer extorsión y no aprovecharse del otro” Este cambio en nuestra forma de actuar nos hará gritar de alegría y júbilo.
Por ello, en este domingo, encendimos la
tercera vela de la corona de adviento con la invitación a la alegría. Gocemos
con júbilo en el Señor porque está cerca su salvación.
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